18 de junio de 2012

LA SEXUALIDAD EN EL CINE: 1930-1940 (I)

Esta década posee marcadamente dos momentos, antes y después del 33. Los primeros años, hasta 1933, se trata de la culminación de los excesos de los años veinte, un período en donde se observa el mayor libertinaje sexual en la historia hasta ese momento. Este cambio de visión de la sexualidad y de los roles masculinos y femeninos se debió a la utilización de un código de censura.
En la primera parte de esta década (hasta 1933) el rol femenino aumentó su protagonismo, la mujer común había ido acercándose cada vez más a la vampiresa, sin embargo, aquí nos encontramos con una mujer que no sería amada, sino que idolatrada e incluso temida por los hombres, los que mansos y sumisos se deberían arrodillar y sacrificar en la adoración de la diosa. Es sin duda, la manifestación del ideal onírico de los hombres de esa época, una suerte de amor masoquista por una mujer inalcanzable (recuerdos del complejo de Edipo, para algunos), que despliega todas sus dotes discreta o sádicamente. El primer ejemplo de esta nueva visión está en Brigitte Helm, descrita como hermosa, fría y fatal.
Más mundana que el modelo femenino de la diosa, es Mae West la figura femenina más sexy de todas. Aunque poco agraciada físicamente y algo mayor de edad, ella representaba a la mujer a la que no le importaba lo que se dijera de ella, y es más, hablaba públicamente de lo prohibido… la sexualidad. Sin dudas, este modelo femenino tampoco estaba enfocado hacia las mujeres, encarnaba a "la otra" de los hombres, a aquella que no pediría compromisos, aquella con la que se podía debutar y obtener experiencia para luego casarse. De esa manera, esta protagonista insaciable irremediablemente debía quedarse sola e incomprendida (aunque con el agradecimiento de los varones). Representaba sin dudas, las fantasías ocultas, o no expresadas, de las mujeres por tratar a los hombres de la misma manera como éstos las habían tratado. Ella era, a fin de cuentas, un hombre (en actitudes, comportamientos, expresiones, vida, etc.) en un cuerpo de mujer, por lo que podía hacer lo que éstas no podían. En "La incomparable", la vemos utilizar un resquicio a las prohibiciones a las que fue sujeta (como no poder besar en la pantalla), la ironía. De esa manera podía hablar de sexo y no hablarlo, ocultándolo. Para ella, los hombres (incluyendo galanes de la talla de Cary Grant) son piezas que esta mujer mueve a su antojo en el tablero de la vida.
Un elemento a destacar es el hecho de que salvo excepciones, los modelos femeninos de esta época no son mujeres hermosas físicamente, sino que son mujeres con cierta actitud.
El cuerpo desnudo de la mujer era un tesoro por descubrir, que debía exponerse solamente en la intimidad y ante el amado (incluso a veces ni siquiera ante este), no era adecuado mostrarlo al desnudo. Si la década de los veinte fue la época de los baños en tina, la década de los treinta fue la de la lencería, los directores buscaban cualquier excusa para que las heroínas se sacaran la ropa. Observamos a una joven Bette Davis decirle a Richard Barthelmess en "Cabin in the Cotton" una célebre frase: "espérame aquí mientras voy a ponerme algo más cómodo" y lógicamente, aparece vestida con ropa interior.
El modelo femenino recatado, puro, virgen y bondadoso, continúa presente (como lo ha hecho hasta nuestros días), es el más representativo de lo que en la realidad se daba y ante este modelo, brillaban los hombres. El modelo masculino de este momento era el del tahúr, el vividor, el aventurero, el hombre macho recio, no agraciado físicamente. Esta interacción entre el vividor y la mujer común, junto con la lencería, se ve en lo que ocurre entre Carole Lombard y Clark Gable, en la única película que hicieron juntos: "No man of her own", donde ella es la única mujer que no cae rendida ante los encantos de Gable en un fin de semana. En la escena culmine él va a la cabaña de ella y al encontrarla en ropa interior no hay solución posible… tiran al cara y sello una suerte bastante peculiar: o ella se rinde ante él o se casan… fiel a su época, en este film gana ella, por lo que se casan, demostrando que él a pesar de lo vividor es un hombre de palabra (y honor) y que por ella (la mujer inocente y recatada) dejará a las demás, a aquellas mujeres con las que uno puede acostarse pero no casarse. El mensaje estaba claro ya desde aquel entonces (como ya lo estaba en la mitología popular).
La inocente mujer común, ante la falta de un amante esposo, ya sea por viudez o soltería, podría sufrir una serie de males físicos (o psicosomáticos). En "Love me tonight", Jeanette MacDonald es una viuda que se desmaya constantemente y padece de una extraña enfermedad, cuyos síntomas la aquejan, sin saber ella por qué, especialmente en la soledad de la noche, ante el recuerdo de su fallecido marido.
"Baby Face" (1933) protagonizada por la Stanwyck es la última película que muestra actitudes completamente abiertas hacia la sexualidad y que comenzaron en los veinte. Después de aquel año, las exigencias de la censura aumentaron su presión sobre los estudios, por lo que éstos modificaron sus películas, y con dicha modificación, cambiaron también ciertos aspectos de los roles masculinos y femeninos.
La depresión, que se inició el año 1929, mostró signos de recuperación sólo a partir del año 1933 y modificó las actitudes de los espectadores, las ollas comunes y el hambre ajustaron en cierta medida la escala de valores, el público empezó a no aceptar un enfoque tan irresponsable ante el sexo y las relaciones de pareja. Empieza, por tanto, una nueva edad de la inocencia. Las actrices que empiezan a destacar son niñas o adolescentes de la talla de Shirley Temple, Judy Garland y Elizabeth Taylor. Por ejemplo, en medio de todo este período la película más taquillera de 1937 fue el dibujo animado Blancanieves.
El modelo femenino que se recalcaba en las heroínas era el de las mujeres comunes y normales, las hijas de cualquier vecino, alguien con quien coquetear para luego casarse, la atracción sexual se recalcaba en la apariencia y belleza física, y no en la actitud o los comportamientos seductores o prosexuales. La segunda guerra mundial acaba con esta edad de la inocencia. Sólo una de las representantes del modelo inocente femenino de este período seguirá siendo top y vigente hasta la década de los 60: Elizabeth Taylor, que empezó con un inocente papel en "National Velvet" y llegó a "Cleopatra" siendo una mujer completamente distinta y desenfrenada, cambio que se inició en "Place in the sun".
Sin embargo, junto con estas mujeres comunes y normales, coexistió un modelo femenino en donde se mezclaba la belleza física con la actitud (sin llegar a ser las mujeres pre-33). Vivian Leigh, Greta Garbo, Ingrid Bergman, Rita Hayworth y Claudette Colbert entre otras serán las encargadas de luchar, pero ahora ya no eran del tipo diosas adoradas o vampiresas indómitas, sino que eran de una frialdad aparente que debía derretirse ante la voluntad del hombre, debiendo sucumbir ante los Clark Gable, Humphrey Bogart, por excelencia. Hombres no muy agraciados físicamente, pero con la actitud suficiente para doblegar y someter a sus coprotagonistas por chúcaras que ellas fueran. Eran tan hombres, que no había mujer capaz de resistírseles.

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