En esta época, la mujer encuentra dos modelos dicotómicos a seguir, cada uno con sus pros y sus contras. Por una parte se encuentra la glamurosa mujer sensual, desinhibida y dueña de sí misma, que se desenvuelve en el mundo sin necesidad aparente de los hombres, y de la cual éstos se van a enamorar. Por otra parte, se encuentra una inocente, tímida, buena y casi desvalida, no muy agraciada, una representante fiel de la mujer común norteamericana de principios de siglo. Si bien, la primera (vampiresa) va a conquistar inicialmente al varón en disputa, incluso puede que se lo levante a otra, va a ser la mujer común la que triunfe finalmente, el hombre apreciará a la cenicienta por sobre las hermanastras. Una suerte de lucha dinámica entre el superyo inocente ante el ello vampiresco por la consecución del yo, donde obviamente debe triunfar el superyo, encargado de los interdictos y prohibiciones (Bataille y Levi Strauss), que hacen, según la visión de la época, que la sociedad progrese.
El mensaje masculino es claro: "nosotros queremos mujeres sumisas, que se queden en la casa a cuidar a los niños y que realicen las tareas domésticas… puede que caigamos en tentación, pero finalmente volveremos a la casa, donde nos espera una mujer comprensiva". De esa manera, las mujeres que no se amoldan a las expectativas que los hombres tienen de ellas, quedan fuera del mercado y, si bien en el corto plazo tienen hombres y la pasan bien, a la larga se quedan solteras (solteronas), amargadas y desdichadas.
En esta época, se aprecia un modelo masculino marcado, fuerte, seguro de sí mismo, pero de rasgos agraciados y hermosos. Los hombres gobiernan su propio destino, se conocen perfectamente a sí mismos y a su pareja (femenina por supuesto) de manera tan cierta y profunda que saben exactamente qué es lo que ella quiere y cómo lo quiere, aunque muchas veces ni ella misma lo sepa.
La cara inversa de la medalla y en cierto sentido muy similar al rol femenino, se encuentra en las películas de Charles Chaplin, donde se presenta la imagen de un hombre desvalido y bondadoso que en muchos casos debe luchar contra un otro masculino prepotente y poderoso física y económicamente por el amor de una mujer. Finalmente, el amor triunfará y la mujer verá en él al príncipe escondido.
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