Es un término médico que define un dolor crónico en la zona vulvar, que carece de explicación aparente, y
El principal problema de la vulvodinia es la dificultad que supone encontrar sus causas y, en consecuencia, hallar la curación adecuada.
En muchos casos, la vulvodinia se considera un dolor de origen psicosomático, reflejo físico de una crisis depresiva o de problemas de conducta o identidad sexual. También, en otros casos, la vulvodinia puede venir provocada por una infección vírica o por una reacción alérgica; el estado de ánimo crispado que provoca la dificultad de su curación, el estrés y la desazón, no harían sino incrementar la virulencia de la inflamación.
El dolor se inicia con un picor y una irritación intensa en la zona vulvar, que a veces se irradia hasta el bajo vientre. El coito suele ser doloroso (dispareunia) y también la inserción de tampones. Cuando el dolor es más intenso, impide actividades más cotidianas como llevar pantalones ajustados o, incluso, andar.
Estos dolores suelen ir acompañados de un prurito vulvar, y en la exploración visual se ven algunos puntos rojos. La zona tiene un aspecto inflamado.
Se han distinguido cuatro clases de vulvodinias:
- vulvodinia vestibular: en las que el dolor se localiza en la entrada de la vagina.
- vulvodinia disestesica: el dolor es producido por la irritación de las terminaciones nerviosas. Las sufren mujeres post-menopausicas.
- vulvovaginitis cíclica: se caracteriza por la pérdida de mucosa vaginal. Estos síntomas aparecen muchas veces relacionados con la menstruación.
- dermatosis vulvar: irritación de la piel vulvar que, en muchas ocasiones, empeora con la aplicación de cremas vaginales.
No existe un tratamiento único ni que sea totalmente eficiente. Para resolver las vulvodinias psicosomáticas, es imprescindible establecer un diálogo con la paciente, para descifrar el problema que subyace detrás de la irrupción del dolor.
Para remitir el dolor, la vulvodinia se ha tratado con sedantes y antihistamínicos, o con la estimulación eléctrica del piso pélvico muscular. Son recomendables también las medidas que favorecen la función renal, como una dieta baja en oxalatos (espinacas, cacao) y beber mucho agua.
que causa muchas molestias a la mujer.
El principal problema de la vulvodinia es la dificultad que supone encontrar sus causas y, en consecuencia, hallar la curación adecuada.
En muchos casos, la vulvodinia se considera un dolor de origen psicosomático, reflejo físico de una crisis depresiva o de problemas de conducta o identidad sexual. También, en otros casos, la vulvodinia puede venir provocada por una infección vírica o por una reacción alérgica; el estado de ánimo crispado que provoca la dificultad de su curación, el estrés y la desazón, no harían sino incrementar la virulencia de la inflamación.
El dolor se inicia con un picor y una irritación intensa en la zona vulvar, que a veces se irradia hasta el bajo vientre. El coito suele ser doloroso (dispareunia) y también la inserción de tampones. Cuando el dolor es más intenso, impide actividades más cotidianas como llevar pantalones ajustados o, incluso, andar.
Estos dolores suelen ir acompañados de un prurito vulvar, y en la exploración visual se ven algunos puntos rojos. La zona tiene un aspecto inflamado.
Se han distinguido cuatro clases de vulvodinias:
- vulvodinia vestibular: en las que el dolor se localiza en la entrada de la vagina.
- vulvodinia disestesica: el dolor es producido por la irritación de las terminaciones nerviosas. Las sufren mujeres post-menopausicas.
- vulvovaginitis cíclica: se caracteriza por la pérdida de mucosa vaginal. Estos síntomas aparecen muchas veces relacionados con la menstruación.
- dermatosis vulvar: irritación de la piel vulvar que, en muchas ocasiones, empeora con la aplicación de cremas vaginales.
No existe un tratamiento único ni que sea totalmente eficiente. Para resolver las vulvodinias psicosomáticas, es imprescindible establecer un diálogo con la paciente, para descifrar el problema que subyace detrás de la irrupción del dolor.
Para remitir el dolor, la vulvodinia se ha tratado con sedantes y antihistamínicos, o con la estimulación eléctrica del piso pélvico muscular. Son recomendables también las medidas que favorecen la función renal, como una dieta baja en oxalatos (espinacas, cacao) y beber mucho agua.
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