Los modelos machistas de masculinidad, hacen que los hombres vivan el embarazo y el parto como algo
Pero en estos tiempo que corren existen cada vez más varones que se buscan su lugar en la paternidad, la gestación y el nacimiento de sus hijos; esta “nueva paternidad”, como muchos llaman a este movimiento, no atañe solo a los hombres jóvenes y nuevos padres, si no a todos aquellos varones que se animan a desplegar otras posibilidades en la relación con sus hijos.
En su libro Diario de una Obstetra, la Dra. Evelyn Petroff dice que muchos padres se acercan, durante la gestación de sus bebés, en busca de una experiencia emocional que les permita sentir cómo es esa vivencia de conducir un niño hacia la vida. Cuando un hombre ha aprendido durante el embarazo a acompañar los movimientos del bebé, el nacimiento se vuelve una verdadera experiencia compartida entre el hombre y la mujer. En este contexto, el hombre ya no es el testigo satélite que no sabe donde ponerse; se convierte en actor y en parte tomada del nacimiento.
Cierto es también que para algunos hombres que no han encontrado un lugar específico durante el embarazo, la obligatoriedad de la presencia durante el parto se puede convertir en algo traumático, e incómodo, esto resulta así, por que estos hombres no han vivido el embarazo como algo propio, sino como algo que atañe simplemente a la mujer y al bebé.
El movimiento de humanización del nacimiento incluye la reflexión sobre este tema como uno de los puntos centrales, y necesarios para los cambios por lo que trabaja. Son los hombres y las mujeres quienes transformarán los nacimientos a través de sus cambios y cuestionamientos. Somos todos los humanos los que recuperaremos el sentido de la maternidad y la paternidad y el bienestar y las relaciones de protección mutua al descubrir las necesidades afectivas de la vida desde sus inicios.
ajeno a ellos. El embarazo se vive como algo que compete a las mujeres exclusivamente. El motivo es que culturalmente se ha entendido la fertilidad de manera reduccionista, dejando a los hombres de lado y a la mujer sola, para enfrentarse a esta nueva situación. Cuando las mujeres tenemos la primera menstruación se nos enseña que a partir de ese momento, podremos ser madres, pero a los hombres pocas veces se les advierte tras su primera eyaculación, que a partir de ese momento pueden ser padres. Se trata de un problema de educación, pues, la educación sexual, que recibimos, no hace que los varones reflexionen sobre la paternidad.
Pero en estos tiempo que corren existen cada vez más varones que se buscan su lugar en la paternidad, la gestación y el nacimiento de sus hijos; esta “nueva paternidad”, como muchos llaman a este movimiento, no atañe solo a los hombres jóvenes y nuevos padres, si no a todos aquellos varones que se animan a desplegar otras posibilidades en la relación con sus hijos.
En su libro Diario de una Obstetra, la Dra. Evelyn Petroff dice que muchos padres se acercan, durante la gestación de sus bebés, en busca de una experiencia emocional que les permita sentir cómo es esa vivencia de conducir un niño hacia la vida. Cuando un hombre ha aprendido durante el embarazo a acompañar los movimientos del bebé, el nacimiento se vuelve una verdadera experiencia compartida entre el hombre y la mujer. En este contexto, el hombre ya no es el testigo satélite que no sabe donde ponerse; se convierte en actor y en parte tomada del nacimiento.
Cierto es también que para algunos hombres que no han encontrado un lugar específico durante el embarazo, la obligatoriedad de la presencia durante el parto se puede convertir en algo traumático, e incómodo, esto resulta así, por que estos hombres no han vivido el embarazo como algo propio, sino como algo que atañe simplemente a la mujer y al bebé.
El movimiento de humanización del nacimiento incluye la reflexión sobre este tema como uno de los puntos centrales, y necesarios para los cambios por lo que trabaja. Son los hombres y las mujeres quienes transformarán los nacimientos a través de sus cambios y cuestionamientos. Somos todos los humanos los que recuperaremos el sentido de la maternidad y la paternidad y el bienestar y las relaciones de protección mutua al descubrir las necesidades afectivas de la vida desde sus inicios.
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