La sexología no reconoce una determinada posición como normal o natural a la hora de hacer el amor. Los seres humanos no siempre hicieron el amor de la misma manera, menos aun de una única forma. Para comprobarlo sólo hace falta echar una mirada a los testimonios gráficos y artísticos que se han ido dejando a lo largo de la historia. "Un personaje de ingenio debe multiplicar las clases de unión sexual", sugiere el Kama Sutra, uno de los tantos textos orientales dedicados al erotismo. Lejos de esta propuesta, la cultura occidental nos ha legado como única y aconsejable la posición llamada del misionero, o sea mujer en posición acostada, supina, y varón arriba.
¿De donde proviene este peculiar nombre? Después de que James Cook conquistara Samoa, llegaron los misioneros anglicanos a las islas y, con horror, verificaron que los nativos no asociaban el coito con la reproducción, ya que esta última era atribuida al espíritu totémico. Así disfrutaban libremente del sexo. Por otro lado, vieron que la posición más usada era la de la mujer arriba o en cuclillas. Entonces intentaron enseñarles las virtudes del coito "natural" que era el del varón arriba y con finalidad meramente reproductiva: esos nativos, irónicamente, llamaron a ese modo coital "la posición del misionero".
Más allá de su historia, lo que condiciona al varón de hoy son los mandatos que trataron de imponer una posición natural o de establecer que la cantidad es lo mejor. Hay parejas que sólo utilizan para sus encuentros sexuales una única posición, con escasas variantes y juegos, lo que va creando una cierta rutina en los encuentros; incluso sin tener en cuenta que hay posturas que pueden ser más placenteras para un miembro que para el otro. Acaso sea por eso que, desde tiempos lejanos, los seres humanos vienen buscando variaciones que les permitan hacer renacer la pasión o aumentarla.
Existen algunas que pueden resultar dolorosas o traumáticas para quienes la practican. Es bastante común ver lesiones en los cuerpos cavernosos por movimientos bruscos y violentos. Algunas mujeres pueden padecer dolor cuando colocan sus piernas en los hombros de su compañero para que éste las penetre. En este caso la explicación radicaría en el hecho de que la punta del pene puede hacer contacto con el cuello uterino. Pero también podemos destacar una a favor de esta posición: con la mujer bien lubricada permite la introducción del pene semierecto y esto ayuda en aquellos que no logran una completa rigidez.
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