La disfunción eréctil es un marcador potencial de enfermedad cardiovascular, ya que comparte con ésta muchos factores de riesgo, como edad, tabaquismo o dislipemias (grasas altas en la sangre); y coexisten con muchas otras enfermedades, como diabetes e hipertensión. Es un problema muy común entre varones diabéticos y asociada con neuropatía diabética y enfermedad vascular periférica. El 50% de los varones diabéticos desarrolla esta patología dentro de los 10 años del diagnóstico. La prevalencia es de entre 50% y 70% en los varones diabéticos y se incrementa con la edad, llegando a ser 95% en varones diabéticos de 70 años. En pacientes diabéticos tratados la prevalencia de impotencia fue 3 veces mayor que en la muestra completa de pacientes.
Según un estudio epidemiológico con 15.770 pacientes diabéticos, 22 % de los pacientes con diagnóstico reciente ya tenían disfunción eréctil. La prevalencia para diabetes tipo I aumentó, de 6% para pacientes entre 30 y 40 años a 55% en los de 60 a 70 años. En forma similar, para diabetes tipo 2 pasó de 4% a 48% para los mismos grupos de edades.
En los diabéticos, la disfunción eréctil puede ocurrir por neuropatía, disminución del flujo sanguíneo y factores psicológicos. También sabemos que los niveles de óxido nítrico sintetasa (enzima que acelera el paso de la L-arginina en óxido nítrico -gas vasodilatador que interviene en uno de los pasos de la erección tanto del pene como del clítoris- en el cuerpo cavernoso) están disminuidos en diabéticos, fumadores y personas con deficiencia de testosterona.
La disfunción eréctil en los diabéticos está asociada con un incremento en el estrés provocado por la diabetes, peor control metabólico y aumento muy importante en los síntomas depresivos. En la evaluación de los pacientes con DE es necesario realizar una historia clínica exhaustiva, considerando cirugías, enfermedad endocrina, neurológica, psiquiátrica o de infecciones de transmisión sexual. Hay que buscar evidencia de enfermedad cardiovascular y estudiar el sistema genitourinario y, en particular, buscar signos de ginecomastia (agrandamiento de las mamas), patología del pene o de los testículos. En cuanto a exámenes de laboratorio, se debe determinar análisis de sangre completo, testosterona, prolactina y antígeno próstatico específico. Otras pruebas incluyen Doppler peneano, cavernosografía y arteriografía pélvica.
Varias sustancias pueden inducir disfunción eréctil: antihipertensivos, antiarrítmicos, beta-bloqueantes, antidepresivos, antiandrógenos, bloqueantes H2 para la úlcera (cimetidina, ranitidina), alcohol, tabaco y drogas ilegales.
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