“Para ayudar a jóvenes con problemas” así contesta Vera Drake a la policía en el filme "El secreto de Vera Drake" cuando la interroga sobre los abortos que durante años practicaba. No tenía otra razón que ayudar a mujeres con embarazos no deseados, algunos de los cuales les traían serias complicaciones en sus vidas. Ninguna deseaba hacer el aborto sino aliviarse de la desesperación que sus consecuencias traían. Cuando Vera las enfrentaba con su actitud bondadosa las encontraba con miedo, angustia extrema, tristeza, inseguridad.
Vera no lucraba con esta situación crítica que ellas vivían, ni siquiera desconfiaba de la mujer, que generalmente traía estas jóvenes, quien sí especulaba con el dolor ajeno. Tenía el cuidado de hacerlo con técnicas poco cruentas insuflando un líquido abortivo que 2 días después lo expulsaría. Nunca había tenido problemas, se le presentó fuera de la regla uno, justamente la hija de una conocida que la asistió durante la realización del aborto.
En simultaneo se muestra, como otra jovencita con dinero pudo hacerlo con todos los cuidados médicos, aunque fuera de la ley. Cuando es llevada a la cárcel allí se encuentra con otras mujeres que realizaban abortos a gente sin recursos económicos pero con métodos más violentos y habían tenido accidentes graves como la muerte de sus asistidas.
La expresiva cara de Vera se transfigura cuando es denunciada y luego penalizada por sus prácticas abortivas. Una mujer que irradiaba bondad, buen humor y una sencillez llamativa en los momentos en que se brindaba a los demás. Repentinamente la vemos triste, temerosa de lo que pensarán sus familiares, angustiada al no sentirse comprendida, la ley cae sobre ella con todo rigor y sin ninguna contemplación. Los que la habían interrogado en la policía habían llegado a comprender su “inocencia” ante su propia conciencia. Pero ahora la conciencia no era ante si misma sino ante los otros que la consideraban o comprendían.
Creo que aquí centra la película el problema en cómo cada uno ve la tragedia: es un asesinato a un inocente y debe ser condenado o es la ayuda a una madre que en conciencia no encuentra sentido a la vida de un hijo nacido en circunstancias consideradas negativas. Lo mismo para el que realiza el aborto: es para ayudar a mujeres desesperadas o para lucrar con momentos críticos que ellas atraviesan. Atraviesa otro tema importante: ¿la vida tiene sentido vivirla de cualquier manera y en cualquier circunstancia? Algunos dirán que no tiene sentido que un discapacitado viva en este mundo. Sea como sea, la polémica está abierta a la sociedad, parecida a la eutanasia de un enfermo incapaz en todo a decidir.
El espectador de la película más allá del rechazo visceral al aborto y a cómo puede realizarse, se le abre un debate interno con su conciencia que muchos evitan volviéndose legalistas o indolentes.
Esta situación fuera de estar a favor o en contra del aborto, se hace difícil en el caso de Vera por la actitud que tiene al realizarlas, su conciencia está iluminada por la bondad. ¿Es posible que el amor pueda existir en un acto visceralmente rechazado? No digo legalmente rechazad, que es otro tema. Me viene a la memoria aquella frase inolvidable de San Agustín “ama y haz lo que quieras, pero ama primero”: Agustín filósofo pone el amor como estado de conciencia, en primer término. Lo legal está emparentado pero no es lo mismo porque necesita legislar para todos, juzga poniendo cierto orden social. Sin embargo merece cierta reflexión, entorno a la actitud de honestidad. Bob Dylan canta en “Absolutamente dulce María” esta escandalosa y profunda frase “para vivir fuera de la ley, hay que ser honesto”.
El debate está abierto y nos sumerge en la escena, no debe dejarnos fuera de ella como simples observadores que juzgan. Se trata de “valores” como la vida, el amor, la honestidad, no de ideales que motivan conductas, sino de fuerzas que anhelan la superación con los demás.
Cuando la conciencia se va ampliando y complejizando, las respuestas ya no pueden ser formales o principistas, sino imbuida del espíritu solidario que alimenta nuestras obras y palabras. Los principios generalmente están ligados a ideologías, dogmas, verdades absolutas, instituciones, grupos sociales; no deben ser confundidas con valores que pertenecen a la cultura viva de la que todos coparticipamos y están en permanente transformación.
Soy de los que creo en los valores, que por no ser identificados por nadie pertenecen a todos y por eso no se los puede categorizar de antemano. Siento propia la reflexión de Jesús: “la letra mata, el espíritu vivifica”. Captar la dimensión espiritual de las cosas nos permite “interpretar” la realidad viva cuando los fundamentos son puestos en duda, aunque sea en el momento de la decisión. Vera Drake con ese rostros desencajado nos desafía a abrir la conciencia sin prejuicios pero con espíritu de verdad. Nietzche decía: “la verdad no existe”, obviamente la objetiva, pero sí como “camino”. El debate como “camino” está abierto, el espíritu solidario debe acompañarnos. Nada quedará afuera de él: muertes de inocentes, madres desesperadas ante un embarazo no deseado y en consecuencias graves, gente inescrupulosa que lucra, gente que quiere ayudar para evitar peligros propios de la clandestinidad, ideólogos de la verdad objetiva, ignorancia, prudencia. Es coparticipando de esta circunstancia de vida que anhelaremos juntos superarla lo mejor posible.
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