Los factores psicológicos son, sin lugar a dudas, los más frecuentes. Como se ha señalado, no es inhabitual en los jóvenes, si bien con el tiempo muchos van aprendiendo a realizar un razonable control de su eyaculación. Algunos de los factores psicológicos más comunes son:
Son frecuentes las historias de masturbación temprana seguida de culpabilidad; mensajes antisexuales en la infancia o expectativas exageradas. En ocasiones se han tenido primeras experiencias sexuales problemáticas, con prostitutas o en situaciones en las que la rapidez en el coito ha sido la pauta.
Por tener una personalidad ansiosa en algunos casos la eyaculación precoz viene dada por un grado de ansiedad importante propio de la personalidad ansiosa.
Cuando la ansiedad se asocia a la conducta sexual puede aparecer la eyaculación precoz. Es muy frecuente en los jóvenes la inseguridad temprana en el papel sexual, sobre todo cuanto menor es su autoestima. Retroalimentan la ansiedad los sentimientos de vergüenza o culpa tras la experiencia reiterada de precocidad. Es un error frecuente pensar que se puede resolver la eyaculación precoz con ansiolíticos o anestésicos locales (asociados a condón, gel, crema, etc.) Algunos hombres emplean pensamientos distractores o llegan incluso a las autolesiones para distraer la atención. Estas prácticas están absolutamente contraindicadas y parten de un planteamiento equivocado, debido a que la actividad sexual requiere de la activación general. En la medida en que el hombre se va relajando o disminuye su percepción sensorial, se aleja de una eficaz disposición al placer sexual.
El sexo necesita la activación en nuestro sistema nervioso central de los circuitos ligados al placer y no la de los ligados al estrés o ansiedad, cuya puesta en marcha interfiere en los primeros. Esto ocurre en algunos casos en los que el miedo a experimentar la precocidad acaba descarrilando en algo peor, la disfunción eréctil.
El miedo moviliza la ansiedad. Cualquier forma de miedo que se asocie al momento de la experiencia sexual puede actuar propiciando la precocidad. Pueden ser miedos profundos, al compromiso, a la intimidad o simplemente el miedo a volver a experimentar la precocidad, que lo lleva con frecuencia a convertirse en su propio espectador, auto examinándose desde muy pronto en el juego sexual, de forma que, sin pretenderlo, descarrila en la ansiedad por el rendimiento en lugar del placer. En ocasiones, el miedo juega un notable papel inhibidor que puede llevar a evitar los encuentros sexuales ante el sufrimiento que pueden suponer.
Las causas devenidas por problemas orgánicos son excepcionales entre el conjunto de varones afectados por eyaculación precoz. Se trata de problemas urológicos o neurológicos. Se suelen dar cuando la eyaculación precoz es secundaria, es decir, surge tras un periodo de normalidad, entendida como de razonable control eyaculatorio. En estos casos se puede deber a la presencia de procesos inflamatorios e infecciosos en la próstata y/o uretra. También neuropatías que afecten el reflejo orgásmico, periféricas, en médula espinal o en centros superiores pueden ser causas de cuadros de "incontinencia eyaculatoria" secundaria, que es posible encontrar en la esclerosis múltiple o en otros trastornos neurológicos degenerativos.
Edad joven, poca experiencia y demasiada emoción son los factores más importantes que causan la eyaculación precoz. Van de la mano y desaparecen con el tiempo.
ResponderEliminar