Desde el comienzo de la historia el hombre ha buscado alimentos mágicos para cocinar para su pareja y así seducirla. Y es en esa búsqueda que ha encontrado alimentos, plantas y productos para conseguir tal fin. Desde entonces ha querido encontrar la fuente del eterno placer, la sustancia mágica que le dé el poder, el deseo y la potencia para prolongar su intimidad sexual. Todas las culturas y en todas las épocas, el encontrar el máximo placer ha sido uno de los objetivos humanos.
La prolongación, la diversión y la innovación permanente ha hecho que el hombre busque con afán miles de fórmulas, que le permitan aumentar su deseo. Antiguamente se suponía que todo alimento novedoso que provenía de otros rumbos poseía cierta carga erótica, especialmente con el descubrimiento del "Nuevo Mundo" y su variedad de cultivos. Pero en la actualidad se ha perdido el misterio de la distancia y cada vez son menos las cosa que excitan o sorprenden, y por lo tanto se exigen afrodisíacos más rebuscados.
La prolongación, la diversión y la innovación permanente ha hecho que el hombre busque con afán miles de fórmulas, que le permitan aumentar su deseo. Antiguamente se suponía que todo alimento novedoso que provenía de otros rumbos poseía cierta carga erótica, especialmente con el descubrimiento del "Nuevo Mundo" y su variedad de cultivos. Pero en la actualidad se ha perdido el misterio de la distancia y cada vez son menos las cosa que excitan o sorprenden, y por lo tanto se exigen afrodisíacos más rebuscados.
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