18 de abril de 2012

LAS PARAFILIAS: EL FETICHISMO

Entre las parafilias que más llaman la atención, se encuentra el fetichismo. Nuestra definición dice: “Parafilia por la que objetos no vivos como ropas, zapatos, cabellos o uñas, son utilizados de manera repetida y preferida para la excitación sexual, la masturbación, el coito y la fantasía”. Se trata, como vimos de una parafilia por alteración en la elección de objeto.
Los fetiches en los pueblos primitivos son objetos o animales venerados por los poderes mágicos que se le atribuyen. De allí la ciencia ha tomado el nombre de esta parafilia, peculiar como todas, porque los fetiches suelen contener carácter simbólico cuyo significado condiciona la vida de las personas de esa cultura.
La atracción sexual, que provoca gran placer, se dirige hacia objetos no animados que generan fantasías, impulsos y comportamientos sexuales, como la masturbación y el coito. Casi siempre se quedan en lo primero. Como condición para todas las parafilias, clínicamente dura no menos de 6 meses, provoca interferencias en la vida social, laboral y sobre todo marital del individuo. Pese a ello, raramente consulta al médico. Comienza en la adolescencia, pero con fetiches que ya han adquirido una especial significación en la infancia. En raros casos, el fetichismo comienza en la niñez, por condicionamiento asociativo entre el objeto y la excitación sexual. Hay autores que hablan de una herencia animal que hace llamativo el brillo metálico, sedoso y aterciopelado de las pieles, que se vinculan a los cambios en ese sentido de las hembras en celo. Una vez establecido, se hace crónico con periodos de empuje coincidentes con estrés y depresión.
Lo más común es que el fetichista sea un varón de edad mediana, heterosexual, practicante habitual de la masturbación mientras mira, huele, sostiene, acaricia o manipula el fetiche. El mismo tiene un valor simbólico que sustituye al objeto hetero u homosexual habitual. Los fetiches pueden ser: una prenda de vestir como soutienes, bombachas, slips, zapatos, botas, medias, ligas, polleras, blusas y cualquier otra prenda de vestir femenina, ya que el fetichista se trata de un varón heterosexual en la mayoría absoluta de los casos.  El olor a la goma también es importante. En cuanto al cuero negro y brillante con remaches metálicos implica agresividad masculina, y el olor a cuero suele acompañarse de fetichismo de las botas casi siempre vinculado con el servilismo y el sadomasoquismo. . Cuando se trata de una parte del cuerpo no genital como pies, manos, orejas, se habla de parcialismo. Si la preferencia es por mamas, nalgas o genitales, no se trata de una parafilia típica, pues poseen carácter sexual explícito. Los accesorios de limpieza o arreglo físico, como un peine, un cepillo, peinetas, alfileres, prendedores o collares, pulseras o anillos, también pueden convertirse en fetiches. Los talismanes parafílicos son objetos cuya significación secreta sexual es exclusiva del fetichista e incomprensible para los demás. Entre las formas raras de fetichismo está la dendrofilia por la que el sujeto se excita al contacto con las ramas de las plantas, y el cohabitacionismo con maniquíes, o almohadas.
Puede afirmarse que las modas masculinas y femeninas siguen las preferencias fetichistas en cuanto a ropas, pero no puede hablarse de fetichismo parafílico si no se cumple con las condiciones de ser estimulantes selectivos, que transformen directamente el objeto inanimado y neutro en un objeto sexual en sí mismo. No debe confundirse un objeto inanimado, pero fabricado especialmente para excitar sexualmente, como un vibrador, un pene artificial, una muñeca inflable, con un fetiche. Tampoco el uso de prendas del otro sexo como parte del transvestismo o fetichismo transvestista, ni tampoco el uso de ropas del otro sexo como condición para lograr la excitación y el coito, pues en esos casos lo excitante no es la ropa en sí sino el uso de las mismas, como veremos. En el fetichismo propiamente dicho, se ve la ropa transformada en fetiche, se la utiliza fuera del cuerpo como excitante y el fetichista puede pedir que se la ponga ella o que se la ponga a él, pero ya en pleno acto sexual. Se trata de un objeto necesario para la excitación sexual y su ausencia provoca disfunción eréctil en el fetichista, así como una gran frustración si la pareja no consiente a sus pedidos. Lo que pierde a los fetichistas suele ser que los objetos de sus parejas habituales no los excitan.

1 comentario:

  1. La gente no sabe lo importante es que una pareja( sea la que sea) juegue.
    Hay aceites, hay simples lencerías o las más audaces como vestirte y jugara la "secretaria", a la "alumna," al Gran jefe. Gray y los siguientes libros quedaron cortos con Sade o las Edades de Lulú.
    La novela que puede armar uno en su cama no necesita amantes, rupturas matrimoniales, tanto dinero, cambiar a la pareja. Es tan simple poner lo que falta y mover lo que quedó quieto.
    Ojala màs curiosos existieran en Chile.
    Besos.

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