25 de abril de 2012

LAS PARAFILIAS: EL EXHIBICIONISMO

La erotización de la mirada es un hecho normal, pero cuando la mirada de los otros sobre ciertas partes de nuestro cuerpo, como los genitales, es fuente de placer único, sobre todo si provoca espanto y sorpresa, estamos frente a una patología o parafilia llamada exhibicionismo. La intención de sorprender a veces es consciente, a veces no. Es una desviación del acto, ya que no se busca agredir de otra forma a la persona o las personas víctimas de la exhibición. El acto sexual es la exhibición.
Lo común es que el individuo, se masturbe después del episodio, con la fantasía de que la o las personas sorprendidas se excitaron sexualmente con su pene, o simplemente recordando el espanto que provocaron. Es decir, el exhibicionista necesita siempre de espectadores que se asusten. Si las personas no se asustan, el episodio fracasa en su eficacia excitatoria. Por eso, el exhibicionista realiza el acto frente a niñas que nunca vieron un pene, pues con una mujer mayor o con experiencia, el asombro puede no provocarse, o más bien puede provocar risa o burla, lo que frustra gravemente al exhibicionista. Es común que cambie de barrio o lugar de actuación, para no ser atrapado.
La motivación psicológica, según el psicoanálisis, radica en que el paciente padece de una angustia de castración, tiene dudas con respecto a su pene, su tamaño y utilidad. Al exponer su pene, busca inconscientemente dos cosas: primero, que le reafirmen que tiene pene, pues reaccionan frente a su vista. Segundo, que su pene atemoriza a la persona, con lo cual él ya no tendrá miedo. Pueden haber otras motivaciones inconscientes, como: “Te muestro lo que quiero que tú me muestres a mí”. Como las personas sorprendidas suelen ser mujeres, podría suponerse que buscan que ellas también muestren sus genitales, pero se afirma que lo que buscan los exhibicionistas es que ellas también muestren un pene, al igual que lo fantasean los transvestistas.
La erotización de la mirada está en la mirada de los otros, no en la del exhibicionista. Puede creerse que éste desearía encontrarse con un voyeurista que goce mirándolo, pero no es así, como ya vimos.
El cuadro comienza generalmente en la infancia, se manifiesta antes de los 18 años, aunque puede empezar a cualquier edad, no se ven casos de denuncia más allá de los 40, por lo que se estima que el cuadro disminuye su intensidad con los años. No debe confundirse con el individuo a quien le gusta desnudarse frente a una pareja que consiente, o al bañista que porta un minúsculo slip de baño o tanga, en que los genitales se notan con claridad. No se trata de una parafilia, aunque sí de una conducta exhibicionista normal, que puede ser de mal gusto para algunos y divertido para otros.
Tengamos en cuenta que el exhibicionismo, como las demás parafilias, es una expresión inmadura y narcisista de la sexualidad, que poco tiene que ver con el otro, más que como objetos de uso o cosificación para sus satisfacciones no genitales. El exhibicionista tiene dificultades para amar, para cortejar adecuadamente, para formar pareja. El trastorno es básicamente masculino, y quien lo sufre padece además de un deterioro significativo en su vida.

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