5 de mayo de 2014

EL "SLOW SEX" O EL SEXO TÁNTRICO

Todo aquel que se considere un buen amante sabe que el camino a recorrer es más importante que llegar a la meta. Y en este recorrido placentero el tiempo y la dedicación son garantía de placer. 
A veces las parejas se acostumbran a tener relaciones sexuales de corta duración, adaptando el cuerpo y la mente a formas rígidas, o con escasas variantes. Las causas de tal grado de esquematización no solo derivan del tiempo de convivencia, del estrés y de la ansiedad que todo lo puede; también, y fundamentalmente, existe una dificultad para disfrutar, una internalización de la urgencia como un atributo subjetivo, una especie de impronta que dirige nuestras vidas en búsqueda de satisfacciones inmediatas. 
Hace unos años el movimiento Slow viene propagando el concepto de más lentitud en las acciones humanas como garantía de una mejor vida. Y el sexo está comprendido entre las conductas que más podrían beneficiarse a la hora de darle tiempo al placer. 
El Slow sex no es sexo tántrico (disciplina oriental ni entrena el control del orgasmo), sino más bien una invitación a disfrutar del sexo otorgándole mayor calidad a la relación. Para que el cuerpo físico se convierta en cuerpo sensorial (que registre las sensaciones placenteras que se producen en él) se requiere de tiempo, detenerse en la acción (toco, soy tocado, y siento) y que el sexo no se limite a la genitalidad.

Los modos actuales en la cama ya no tienen la penetración como una meta imprescindible. Poco a poco, el juego erótico se incorpora con todo su poder como una fuente de placer y de conocimiento del cuerpo propio y el del partenaire sexual. 
Los sexólogos sostienen que toda relación erótica empieza mucho antes, cuando alguno de los dos, o varios, o una persona empieza a pensar o a fantasear en tener sexo. Así, se desplaza la supremacía del coito y se pone especial acento en la amplitud que debe tener el contacto. 
Muchos problemas sexuales aparecen como consecuencia de la presión que ejerce cumplir con la norma de la genitalidad (basada en la procreación y no en el placer). Se deja de lado el cuerpo, las sensaciones erógenas y, fundamentalmente, el vínculo con la desnudez física y sensorial del otro. 
La ansiedad por cumplir lleva a que muchos varones apuren la interacción erótica. Para otros será el “no innovar” la garantía de efectividad. Y en todos los casos el miedo a perder la erección será la condición de alerta que subyace.

Las claves del Slow sex es mantener al sexo como una prioridad pero visto de otra manera:

* Sexo no es genitalidad. El cuerpo tiene otras zonas erógenas preparadas para brindar placer.

*  El encuentro sexual comienza fuera de la cama: pensamientos, fantasías, deseos, etc.

* Crear condiciones adecuadas que potencian las ganas: salidas, insinuaciones, llamados cariñosos o hot durante el día.

* Si el sexo es una prioridad será posible, entonces, generar durante la semana espacios de intimidad.

* Cuanto más nos alejemos de la penetración como meta mejor será la interacción con el otro y con las propias sensaciones.

* El deseo sexual puede no aparecer desde un principio, pero con un estímulo adecuado puede encenderse.

* Estar lubricada no significa que una mujer esté preparada para la penetración. La lubricación puede ser solo una respuesta fisiológica que necesita aún más tiempo para que se acompañe de deseo.

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