4 de mayo de 2012

LAS PARAFILIAS: EL FROTTEURISMO

Los frotteuristas aprovechan las aglomeraciones para practicar sus actos, como en las aceras estrechas, desfiles, manifestaciones, cines, pero sobre todo en los autobuses o trenes subterráneos, pues se ponen de pie para facilitar el contacto. Aprietan sus genitales contra las nalgas o muslos de la víctima, o les tocan los genitales, las nalgas o las mamas, mientras imaginan estar viviendo una verdadera relación sexual. Pero como saben que si son denunciados o agredidos deben escapar inmediatamente, prefieren los lugares abiertos o el momento en que pueden bajar rápidamente de los vehículos. La mayoría de las mujeres reaccionan con enfado, gritan o propinan  un castigo al agresor sexual, provocando su huída precipitada. No obstante, los frotteuristas relatan que un porcentaje no pequeño de mujeres acepta de buen  grado sus caricias, y ello depende del buen aspecto del parafílico, por lo que puede terminar en una conversación para encontrarse más tarde, oportunidad que raramente se utiliza, pues el placer más intenso radica en el frotamiento no consentido.
La consulta psiquiátrica o sexológica se produce cuando son enviados por el juez, luego de una  denuncia comprobada por atentado violento al pudor, que es el delito sexual en que incurren con esta práctica, o por disfunciones sexuales o baja frecuencia sexual, pues prefieren masturbarse con fantasías de frotteur. También se deprimen y se incrementa la práctica en estos periodos
Hay frotteuristas de varios tipos: exclusivos, cuando sólo se excitan con esta práctica, no exclusivos, cuando pueden tener pareja y también mantienen relaciones sexuales; parciales, cuando se conforman con un rozamiento mínimo, o completos, cuando llegan al orgasmo durante el rozamiento; selectivos, cuando acechan a mujeres acompañadas o que posean ciertas características, sobre todo en el cine, o no selectivos, cuando agreden a mujeres solas. El tocamiento puede ser compulsivo, disimulado, discreto o brusco. Los que abusan en el vehículo público que deben utilizar para ir al trabajo, cuando se ponen en evidencia o son descubiertos suelen cambiar de horario, lo cual perturba realmente sus vidas. El tocamiento puede producirse en compañeras de trabajo y algunas demandas por acoso sexual se deben a esta parafilia, pero no es lo común. Se manifiesta con mayor frecuencia en varones entre los 15 y los 25 años de edad, y luego la frecuencia declina gradualmente. Nuevamente la experiencia de haber sido tocados o de haber tocado a adultos en el curso de la infancia en circunstancias traumáticas, puede ser una de las causas del problema.
No se debe confundir el frotteurismo con el placer natural del contacto que se produce entre los cuerpos en determinados lugares de aglomeración pública como un festival de música o durante el baile con la pareja que consiente, ni en contactos circunstanciales e involuntarios, en que hay roces de rodillas, muslos, brazos, nalgas o codos, en cualquier lugar en que la distancia íntima es invadida sin protesta. Hay culturas de contacto como la de las latinas, árabes y judías, y culturas de no contacto, como las anglosajonas, que admiten con mayor o menor reticencia el contacto breve entre personas que comparten asientos adyacentes o en los pasillos del transporte público.
El placer de tocar o rozar corporalmente a otra persona es universal y no se trata de ningún trastorno. Es una experiencia sensorial de las más gratificantes, así como de las más primitivas.

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