29 de junio de 2012

LA SEXUALIDAD EN EL CINE: 1970-1980



Nuevamente entra en escena la inocencia, contrastada con la realidad de las drogas y de la sociedad sexual antes del SIDA, la decadencia del studio 54, así como el auge de la pornografía son temas que no son tratados por Hollywood, que prefiere mantener esos temas al margen.
El rol masculino disminuye en importancia, mientras que a la par, las mujeres empiezan a lograr, al menos en teoría, una cierta igualdad. Físicamente hombres y mujeres, como ideales de belleza, adelgazan y se vuelven estilizados y bonitos.
En esta década surgen dos modelos masculinos claramente diferenciados, uno un tanto feminizado y unisex, resabio de fines de los sesenta tipo Timothy Bottoms o Ryan O´Neill.
Por otra parte, se observa al macho man, una suerte de latin lover de patillas, bigotes, cadenas de oro, pelo en pecho y demás  elementos, que estrafalariamente expelían testosterona tipo Burt Reynolds. Los primeros enamoraban con su manera de ser y su femenina humanidad, eran los buenos amigos ideales de las mujeres. Los segundos conquistaban los corazones y representaban la desenfrenada pasión animal.
En el caso del modelo femenino, las mujeres, todas delgadas y desprovistas de grandes atributos físicos, eran inocentes, pero que sin embargo, podían ayudar activamente a sus compañeros a alcanzar sus corazones. Se trata de una mujer, que mayoritariamente empieza a asistir a las universidades y a acceder paulatinamente a puestos laborales cada vez más elevados. Aquellas que quieran tratar de lograr el pastoril y bucólico amor, lo encontrarán en unos, y las que deseen pasión, en otros.
La relación entre varones y mujeres, sigue perdiendo su carácter estereotipado, volviéndose cada vez más realista. Es muy común que ciertos elementos, antes temas centrales de los films, como los divorcios, ahora formen parte del "background" de los protagonistas.
A diferencia de lo sucedido en las dos guerras mundiales, Estados Unidos perdió la guerra de Vietnam, y durante los años siguientes, la sociedad trató de devolverle la inocencia a una generación expuesta al drama.
En "La vida íntima de un estudiante", vemos a un Timothy Bottoms que estudia derecho, mientras mantiene una relación sentimental con Linsay Wagner, hija del profesor más complicado de la universidad, que viene llegando de Europa y se encuentra tramitando su separación.
Para él, y los de su generación yuppie, la obtención de un título universitario, que les consiguiera el éxito, es superior incluso a la vida afectiva. El sacrificio individual, pareciera ser el único camino para la consecución de la felicidad. Sin embargo, con el paso del tiempo, va poniendo las cosas en perspectiva, se da cuenta que el profesor a quien él tanto admira es un pobre viejo infeliz, con una vida vacía. De pronto, las cosas por las que se había luchado tanto tiempo pierden el sentido. Sólo es importante el amor, lo demás es accesorio.
En la misma línea "Love Story" se transforma en el ideal colectivo de una verdadera relación de pareja: donde el amor supera cualquier barrera (salvo la muerte)… o, como decía su eslogan: "amor es nunca tener que pedir perdón".  Esta película es una clara reacción de los estudios para competir "ante la mugre pornográfica y sórdida proveniente de Europa" (en opinión de Shirley Temple).
Él (Ryan O´Neill), hijo de un acaudalado magnate, lo deja todo por el amor de una sencilla mujer, con la cual se casa y se van a vivir juntos a un modesto departamento. Sin embargo, ella padece de una enfermedad fatal, y el sino de la tragedia se cierne sobre ellos acabando con su felicidad.
Rupturista y controversial, surge en 1973 "El último tango en París", donde Marlon Brando conoce a una joven francesa (María Schneider) en un departamento y entre ellos surge una relación basada exclusivamente en la pasión. Se trata de la antítesis de "Love Story", se trata de la relación anti-ideal de los setenta, es el cómo no se debe ser ni relacionarse. Sin nombres, son puro misterio y desenfreno. Se reúnen en torno a un mísero colchón en el departamento vacío, en donde tienen relaciones sexuales con pasión, innovadoras y frecuentes. Cero romanticismo, cero posibilidad de éxito, esta relación, por tanto, está condenada al fracaso. Con posterioridad a que ella se le declarara, Brando decide abrirle el corazón y le cuenta quién es, qué hace y que la ama. Ahí se presenta un vuelco en la relación, ella, que había sido la que lo había buscado, ahora se aleja ante la cercanía de él. Ella se enamoró de un hombre desconocido y misterioso, sin nombre ni profesión, buen amante, y que la obligaba a hacer el amor de maneras que no quería (o no lo admitía) o no se le había ocurrido. De pronto se encuentra con un viejo viudo (cuya esposa tenía un amante y se suicidó) con problemas en la próstata, dueño de un hotelucho, un fracasado. Se acaba el misterio, pierde toda la gracia y ella lo mata de un tiro.
En esta década, aparece una nueva niña erótica, Brooke Shields, quien desde los 10 años había estado posando desnuda en una tina, representa a una niña que vive y trabaja en un burdel, y en otra ocasión sufre un naufragio y vive, en un principio, inocentemente a solas con un joven de su edad ("El lago azul"), para después experimentar una vida sexual activa y ser madre.
En "Los chicos de la banda", es la primera vez en que hombres gay se miraban a sí mismos de manera seria. El homosexual estaba dejando de ser un personaje puesto únicamente para agregar hilaridad, una víctima o un victimario.

27 de junio de 2012

LA SEXUALIDAD EN EL CINE: 1960-1970



En esta época, se habla más abiertamente de la sexualidad que lo que se había hecho hasta el momento. Así como en otros años, habían sido las escenas de bañera o las de lencerías, la combinación de belleza, violencia, sexo y desnudez es la fórmula de los años sesenta. Sin embargo, existe en la mayoría de los casos un fuerte contraste entre lo que los estudios de Hollywood mostraban en sus películas con lo que realmente sucedía, la realidad de los hippies, las drogas, el rock y de las revueltas anti - guerra  de Vietnam, no aparecen. No obstante, el verdadero drama de la condición humana empieza a ser tratado de manera más profunda, poco a poco van cayendo los estereotipos, haciéndose los protagonistas más reales. Ya no se tomaba alcohol a despecho y casi humorísticamente a lo Gable o Bogart, ahora eran alcohólicos.
En el caso del estereotipo del rol masculino, vemos que los hombres exitosos con las mujeres y con las relaciones de pareja son aquellos buenos mozos, seguros de sí mismos, rebeldes, pero sin el aire vividor y tahúr de los Gable o Bogart. Siguen siendo hombres determinados, capaces de saber lo correcto y adecuado para ellos y para sus respectivas mujeres. Por lo general, el argumento de las películas rondaba el conflicto triangular, en la mayoría de las películas era entre dos hombres (muchas veces novio versus suegro) por determinar qué era mejor para el futuro de una mujer. En las comedias románticas (más humorísticas y por lo tanto menos reales), el triángulo es fundamentalmente amoroso, donde dos hombres se disputan el amor de una mujer, y ésta tiene más poder de decisión que en los otros géneros, sin embargo, la potestad recae fundamentalmente en los varones, y son éstos los que finalmente deciden.
La mujer es por tanto una ficha en el tablero de los varones, o el premio al que sepa desenvolverse mejor y derrote al otro en el ámbito de que se trate. Presencia la lucha de los machos como cualquier otra hembra de los mamíferos.
El modelo femenino de las grandes mujeres curvilíneas, tipo amazonas, comienza a perder protagonismo (sin embargo siempre han existido). Se mantiene el modelo femenino de la niñita erotizada, quizás el mejor ejemplo histórico está en la adaptación que Nabokov hizo de su propia novela, para la dirección de un promisorio Kubrick: "Lolita" (1962), con la lujuriosa actuación de Sue Lyon.
Otro personaje de niña sexy es el que hace Shirley Knight como "Heavenly" de "El dulce pájaro de la juventud" (1961) de Tennesse Williams. Paul Newman es "Chance Wayne", su novio, un joven atractivo y pobre, que la deja embarazada y escandalosamente el padre de ella la hace abortar. Chance, para llevarse a Heavenly reconoce haber trabajado hasta de gigolo, a Heavenly eso no le importaba, ya que lo quería y aceptaba así: "ella jamás preguntó por lo demás. No hacía falta. Porque sabía que lo que yo había hecho o lo que me habían hecho a mí, nada tenía que ver con nuestro amor, ni nuestro deleite". El hombre, a fin de cuentas, sigue siendo el que determina la pauta de la relación, ya sea como padre, ya sea como novio, eran ellos los que sabían qué era lo bueno para Heavenly, y ella dejaba todo a manos de ellos.
Si bien se muestran a personajes masculinos y femeninos con relaciones extramaritales, socialmente es más aceptado que los hombres lo hagan. El hombre se lleva un reproche sutil y casi familiar, en tanto que su querida es mal vista por la sociedad. En el caso de la mujer casada con amante, ella es igualmente mal vista, al mismo nivel de la amante de un hombre casado (para la sociedad son malas mujeres), mientras que el amante de ésta es visto como un ambicioso, que utiliza a las mujeres para aprovecharse y obtener beneficios (dinero, fama, etc.)
Una película un tanto diferente de las incestuosas "Lolita" y de "Baby doll" es "El graduado" (1967), en donde es un varón, "Ben" (Dustin Hoffman), el que es objeto de los acosos lujuriantes de una mujer adulta. Otra diferencia está dada por el hecho de que Ben, si bien podría ser el hijo de la Señora Robinson (Anne Bancroft), apenas es mayor de edad, pero lo es. Si bien en el caso de "Lolita" y "Baby doll" las protagonistas son niñas, y las actitudes y comportamientos de los varones son reprochados socialmente como pedofílicos o perversos, son de alguna manera comprendidos (especialmente por los hombres) debido a la actitud sexualizada y provocadora de las niñas. Mientras que en "El Graduado", a pesar de que Ben es mayor de edad, la actuación de la Señora Robinson es más cuestionada, ya que en todo momento demuestra una intención netamente sexual y se trata de una mujer casada. En un momento, Ben le dice a Elaine (la hija de la Señora Robinson): "tú eres la primera persona con la que me gusta estar" (y con tu madre no), y que hasta hace poco había mantenido una relación con una mujer mayor, casada y con hijos. En el fondo, hay mujeres para amar y mujeres para acostarse. La Señora Robinson es para Ben y para la sociedad una prostituta con la cual iniciarse… de la misma manera como se inició el Señor Robinson, pero el embarazo consecuente los obligó a casarse. Al quedar expuesta la relación de Ben con la Señora Robinson, ésta alega haber sido violada por Ben, la única manera de no ser repudiada. Sin embargo para Ben, como hombre, la única sanción social es por parte del señor Robinson, pero así y todo se las arregla para convencer a Elaine de su inocencia. Elaine y Heavenly, son obligadas por sus padres a casarse en contra de su voluntad y lo aceptan. Sin embargo, en ambas situaciones, otros (en este caso Ben, en el otro Chance) las hacen cambiar de opinión y hacer lo que ellos querían, siempre en nombre del amor verdadero.
Ni hablar de las implicaciones psicoanalíticas del argumento de "El Graduado": una mujer que se acuesta con un joven de la edad de su hija, un joven que se acuesta con una mujer de la edad de su madre y que es esposa del socio de su padre, una hija que elige fugarse con el amante de su madre (que reemplazó a su padre, y que la madre le enseñó a hacer el amor como éste).
A la par de estas películas más reales y menos estereotipadas de los roles sexuales y de la relación de pareja, hay otra veta, aquella de películas más populares y menos polémicas, el género de las comedias románticas. Con éstas, la sátira y la ironía vuelven a reaparecer como forma de hablar de sexualidad, sin hacerlo expresamente, por ejemplo en "Expreso bongo", un staff de bailarinas, medio desnudas bailan incitantes frente a un público expectante al son de una canción que dice, en resumen, "se mira pero no se toca".
Paradigma de la pareja ideal de las comedias románticas de los sesenta fue la que constituyeron Rock Hudson y Doris Day, quienes constituyeron una vuelta a las clásicas parejas del cine (como Hepburn y Tracy, o Bogart y Bacall), filmaron juntos "Problemas de alcoba", "Vuelve amor mío" y "No me mandes flores". Todas muy similares entre sí, comedias románticas livianas en donde siempre ocurrían una serie de enredos y malos entendidos. Los roles de ellos se encontraban absolutamente estereotipados. Él era varonil, conquistador y experimentado. Ella era inocente, femenina y típicamente norteamericana. Ella lo atraía inicialmente con su belleza, él caía ante sus atributos y pretendía conquistarla, ella se negaba y resistía, pero terminaba cediendo y caía rendida ante él.
El ideal romántico, de cómo debían ser las relaciones y el verdadero amor, se mantiene sin cambios desde "Lo que el viento se llevó" hasta el "Doctor Zhivago" (1965), donde se narran las desventuras de del romance entre Yuri Zhivago y Lara.
Hasta este momento, el rol masculino estaba centrado casi exclusivamente en la heterosexualidad. De manera que a muchos varones les era posible expresar sus sentimientos por amigos o compañeros caídos, se les podía abrazar e incluso besar el cadáver, como también podían expresamente hablar de amistades significativas (como en "Casablanca") y la situación no era cuestionada. Cuando se hacía referencia a la homosexualidad, era mostrada como una suerte de debilidad del carácter varonil, como se muestra por ejemplo en "El estrangulador de Boston" (1961). Es en "Consejos y consentimientos" una de las primeras ocasiones en que se muestran a los homosexuales de manera organizada. Cabe destacar, que en "Problemas de alcoba" ("Pillow talk"), Rock Hudson tuvo que representar en un par de escenas a un homosexual y lo hizo no a su manera propia y masculina de homosexual, sino que representó a la estereotipada "loca". Los homosexuales en la pantalla, al ser vistos como pecadores, enfermos, u hombres débiles, debían vivir escondidos, infelices, desesperados, y debían pagar sus faltas en el último rollo de cinta: o se suicidaban o morían.

25 de junio de 2012

LA SEXUALIDAD EN EL CINE: 1950-1960



En esta década la pareja emprende su huida de las grandes ciudades hacia los suburbios y el campo en búsqueda de una vida más apacible (como Cary Grant construyendo junto a Mirna Loy su "casa de los sueños"). Los roles masculinos estereotipados se baten en franca retirada a favor de personajes más reales y humanos. Poco a poco los galanes rudos comienzan a extinguirse a favor de protagonistas estéticamente más bellos (Tony Curtis, Gregory Peck), salvo la excepción de galanes hermosos pero peligrosos y salvajes, en donde es el peligro el que las atrae (James Dean, Marlon Brando).
En cuanto al rol del ser mujer, en esta década se presenta una fuerte dicotomía entre la atracción erótica por diosas del amor más grandes por un lado y más pequeñas que las reales por el otro. Las amazonas y las infantiles respectivamente.
En el primer caso, las más grandes y representativas de todas las amazonas fueron Sofía Loren y Marilyn Monroe (quien filmó en esta década 23 películas). Se trataba de mujeres exuberantes, sensuales, y seductoras corporalmente, a quienes presentaban como muy inocentes e ingenuas mentalmente.
Por otra parte, lo contrario también era verdad, una nueva y exótica atracción    existía en la figura aniñada, la diosa del amor más pequeña que las reales. Caroll Baker en "Baby Doll" (1956), Hayley Mills en "Tiger bay", Tuesday Weld, Susan Strassberg, y las más exitosa de todas: Audrey Herpburn. Se trataba de niñas o mujeres muy jóvenes de cuerpos delgados, algunas casi anoréxicas que habían tenido un desarrollo precoz de sus atractivos físicos, pero seguían siendo niñas.
De estos dos modelos femeninos tan opuestos, surgen similitudes extraordinarias, que nos muestran que el rol femenino está sexualizado en su inocencia. Las mujeres atraían a los hombres, pero éstas desconocían, o debían desconocer del poder que sus cuerpos les brindaban.
La amazónica Monroe en 1955 filmó "La comezón del séptimo año", con Tommy Ewell: muestra a una típica relación de pareja y familia norteamericana en donde la señora (dueña de casa) y el hijo se van de vacaciones, dejando al marido trabajando (el proveedor), expuesto a las tentaciones del cigarro, el alcohol y las mujeres (una suerte de "viudo de verano").La vecina (Monroe), se alegra de saber que es un hombre casado, ya que él no podrá pedirle matrimonio por lo que no puede pasar nada entre ellos. El matrimonio y la fidelidad son la piedra angular de la sociedad de la época. El matrimonio debe subsistir, y ambos miembros se deben mutuamente fidelidad. Entonces, no hay problemas para que ella vaya al departamento y esté con él a solas e incluso pernocte ahí. Es casado, así que nada puede pasar. Él se obsesiona con ella, y comienza a pensar en cómo podrá seducirla, de manera que ella caiga rendida a sus pies. Planea el escenario: supuestamente él iba a estar sentado al piano tocando el segundo concierto de Rachmaninoff, vestiría una fumeur rojo, tendría canas y british accent. Ella estaría vestida de dorado y ante la sugerencia del romance, no se resistiría (a lo Valentino). Sin embargo, ella como mujer es una muchacha tontamente inocente, que no le atribuye a las conductas de los varones para con ella ninguna segunda intención.
Las fantasías sexuales masculinas, se manifiestan en esta época en cierta manera no acorde con el rol masculino de la dominancia y de la actividad. Claramente él, como hombre, mantiene su dominio por sobre la mujer, pero de una manera activamente pasiva, una suerte de "ni me moví de mi escritorio". Las fantasías eróticas, consistían en que él atraía feromónicamente e inevitablemente a su secretaria, a una enfermera y a la mejor amiga de su mujer, al punto de perder todo control de sus impulsos por él, y de estar dispuestas a degradarse y humillarse, de manera de incluso desarrollar una relación de índole sádico masoquista (bastante inocente en todo caso). En estas fantasías se recurría ilustrativamente a lugares comunes y recreaciones de películas (como "De aquí a la eternidad"), lo que manifiesta cómo el séptimo arte se introduce subliminalmente en las fantasías y pensamientos del público, modelando sus conductas, relaciones y creencias entre muchas cosas.
El hombre debe asumir para sí el rol de héroe anónimo que se sacrifica por el honor suyo y de su familia. Si bien en esta película se puede hacer una lectura a favor de la infidelidad y los divorcios, por cuanto sostiene la existencia de una crisis matrimonial al séptimo año de casado que desemboca irremediablemente en una infidelidad en un 84% de los casos, salvo en el verano en que aumenta a un 91%. En realidad al dar públicamente una cifra tan alta, lejos de sembrar dudas en el público femenino por la fidelidad de su pareja, provocó una admiración por el marido, ya que éste era capaz de ir en contra de las estadísticas y de los instintos por mantenerse a su lado.
La belleza física exigida para las mujeres, el ideal de belleza femenino, es en el caso de las amazonas, el de mujeres voluptuosas y proporcionadas, bastante más rellenas que las actuales. Es así como en la célebre escena en donde Marilyn se detiene sobre la rejilla del metro y el viento provoca que su vestido se levante mostrando sus famosas piernas, sus muslos son bastante más voluminosos que los que se aprecian actualmente. El otro ideal de belleza, el de la niña con cuerpo de mujer era menos aceptado y publicitado socialmente debido a sus connotaciones pedofílicas.
Marilyn Monroe, en su papel de inocente atrapada en un cuerpo escultural, aparece en varias películas, como acontece, por ejemplo, en "Una Eva y dos Adanes" (Somebody like it hot, de Billy Wilder), en donde Jack Lemon y Tony Curtis llegan a vestirse de mujeres para unirse a una banda femenina en donde tocaba Sugar (Marilyn), y aprovechándose de las circunstancias, inician (Curtis y Monroe) un romance, sin que ella se cuestione la tendencia sexual de él (cosa que cambia por ejemplo en "Tootsie").
La infantil, pero no tan erotizada Audrey Hepburn, representa la otra imagen, la de la niña mujer. En su primera película, "La princesa que quería vivir" (1953), es una princesa que estando en Roma huye para conocer la ciudad. Se topa con Gregory Peck, un periodista que la ayuda en sus avatares de la misma manera que Gable lo hizo con la Colbert en "Sucedió una noche": le enseñó el "mundo real". Se enamoran, pero inocentemente se terminan separando, sin siquiera besarse, pues ella debe cumplir su deber de princesa. El deber y el honor están por sobre las personas individuales y sus sentimientos, es una vuelta a la década de los treinta.
En "Algo para recordar" (1957), Cary Grant es "Niccolo Ferrante", un playboy internacionalmente conocido por lujurioso que viaja en un trasatlántico hacia los Estados Unidos para casarse. Conoce a Deborah Kerr, una mujer soltera que también realiza ese viaje para casarse con un empresario. De ambos se da por supuesto que tienen experiencia sexual previa, sin embargo, el tema es tocado tangencialmente.
Se enamoran platónica e inocentemente, pero llegan a New York, en donde los esperan sus respectivos amantes comprometidos. Para no hacer algo impetuosamente y faltar con el deber, quedan de acuerdo en pensar acerca de su relación. Se dan un histórico plazo y un lugar: en un año más en la terraza del Empire State. Como no se puede ser desleal con la persona que se ama, ambos terminan su relación anterior y se la juegan por el otro, sin embargo, ella falta al compromiso por una razón de fuerza mayor (lo único que se puede oponer al amor verdadero). Ella, por amor a él no le cuenta y se sacrifica, no quería traspasarle a él la carga de una mujer inválida. Cuando él se entera de lo que le pasó a ella, la acepta tal cual, el amor está más allá de los defectos y las discapacidades físicas.

22 de junio de 2012

LA SEXUALIDAD EN EL CINE: 1940-1950


La segunda guerra mundial fue un evento que trascendió a todos los ámbitos de la vida norteamericana y mundial. El cine, ciertamente, no estuvo ajeno a la influencia de los eventos históricos. El hombre debía ser un héroe con las armas y en la vida, y las mujeres debían ser fuertes para apoyar a sus hombres en las cosas que ellos debían hacer.
Se produce un resurgimiento de los modelos femeninos anteriores a 1933, por un lado la mujer buena e inocente, por otro las vampiresas o las diosas.
La mujer buena y fuerte estaba perdiendo terreno y protagonismo y pasa a ser un objeto inocente de estos hombres que han vuelto de la cruda guerra. Los hombres mantienen y acentúan el estereotipo de rudos y feos, Gable y Bogart siguen siendo los dos actores más reconocidos. La mujer es un objeto de conquista para estos guerreros, un trofeo por las actividades de la guerra, o la princesa que cae rendida a los pies del caballero que la rescata.
Como los hombres debían irse por años a la guerra, dejando atrás esposas, novias, el tema de la infidelidad se torna como eje central de muchas de las películas de esta época.
En 1940 apareció "Historia de Filadelfia", en donde el padre de Katharine Hepburn ha tenido un desliz con una bailarina, y pone de manifiesto la existencia de una doble moral para hombres y mujeres, cuando dice, al ser enfrentado por la hija: "tu madre es sabia, comprende las cosas… …las esposas no se dan cuenta que los líos de sus esposos no tienen que ver con ellas".
Asimismo, en esta época se empieza a hablar, de manera solapada, de otras posibilidades al matrimonio monogámico, se habla de la separación, o de la convivencia.
Katharine Herpburn representa un papel de una mujer que más que ser una amante esposa, es una diosa, una reina o una alta sacerdotisa a la que hay que reverenciar. Sin embargo, a fin de cuentas se trata simplemente de una mujer, por lo que se da cuenta de que ha estado en una posición equivocada, que quiere vivir la vida de manera más excitante, que quiere mostrar sus sentimientos. "No quiero ser adorada, quiero ser amada".
La segunda versión de "Sangre y arena" (1941), plasma el resurgir de la eterna contienda: inocencia versus vampirismo.
Por una parte está Linda Darnell, cariñosa, tímida y religiosa, mujer enamorada de Juan desde la infancia y cuando éste era un desconocido. Por otra parte está Rita Hayworth ("Doña Sol"), una mujer muy sensual y desinhibida, progresista y voluble, que decide conquistar y dominar a Juan, el más valiente y mejor torero de España (el más macho), cosa que realiza inescrupulosamente, a pesar de que sabe que se trata de un hombre casado.
Sin embargo, lejos de ser culpado el marido o la amante por la situación, sí lo es la esposa, abiertamente la culpan: "va a otra mujer porque su propia mujer no es nada. Si al menos le diera un hijo o dos". Así y todo, Carmen, la abnegada esposa lo defiende más allá de cualquier atisbo de amor propio: "digan lo que quieran de mí, pero no quiero oír ni una palabra en contra de Juan". El mensaje es claro: tu marido o novio va a ir a la guerra, o al trabajo, y puede que conozca a otras, pero te será fiel sólo si tú le das lo que él quiere o necesita.
La imagen de la mujer debe de estar en uno de los puntos más bajos de la historia del cine cuando la madre de Juan le pregunta a Carmen (su nuera) a quién le reza cuando él está en el ruedo y Carmen le responde que a la Virgen. Entonces la madre sentencia: "La virgen no es más que una mujer… y las mujeres pueden hacer tan poco, ahora le rezo a un Dios hombre… Jesús".
La mujer buena, debe ser capaz de darlo todo por su hombre, incluso debe ser capaz de rebajarse por él. Es así como Carmen toma la decisión de ir a pedirle a doña Sol que le devuelva al marido, se humilla diciéndole que es una mujer simple, y que él es el único hombre que ha tenido, a diferencia de ella, que puede tener al que quiera. Doña Sol camina hasta una puerta y dice "¡Ája toro!" mientras golpea con un pie el piso, y en ese momento Juan simulando un toro se acerca, mientras ella le hace un pase. Se detienen y se besan delante de la esposa. Rita Hayworth había dominado al torero. La vampiresa debe de hacer gala de su triunfo.
A pesar de eso, la esposa fiel, ama incondicionalmente a su marido pese a la infidelidad, y cuando aquel es abandonado por su amante y decide volver con su esposa, ella lo acepta inmediatamente de vuelta, pero muere en el ruedo instantes después. La fatalidad es el sino de los grandes amores.
Juan Gallardo representa una figura clásica de la tragedia, un hombre destinado a ser destruido en un conflicto entre el amor y la lujuria.
Rita Hayworth continuó con su fama de femme fatal en "Gilda" (1946), con Glenn Ford, en donde eran un par de ex amantes que se encontraban cuando Johnny Farrell (Ford) es contratado por el propietario de un cabaret y actual esposo de Gilda.
Al fallecimiento del marido, Johnny se casa con Gilda, pero para mal de ella, él no consuma el matrimonio y rehusa a hacerlo como manera de castigarla y vengarse por todo lo que le fue infiel a su marido fallecido. Además, toma toda una serie de medidas gangsteriles para asegurarse que no le sea infiel con ningún hombre por más que lo intente. Al carecer de una contraparte femenina más sumisa, Gilda debe ser domada.
Aclamada como la mejor película del siglo, "Casablanca" (1942), nos muestra a Bogart en su papel más conocido, "Rick" el apátrida dueño de un bar en Casablanca en los inicios de la segunda guerra mundial, en donde se reencuentra con Ilsa, un antiguo amor.
Rick, de acuerdo con el prefecto Renault "es la clase de hombre que si yo fuera mujer y lo conociera, me enamoraría".
Rick e Ilsa se reencuentran de noche en el bar, y ella le explica por qué lo tuvo que abandonar. Se presenta nuevamente el triángulo amoroso en donde al menos uno de los protagonistas debe elegir entre el amor y el deber. Ilsa en su momento eligió el deber. Ahora, en cambio, está un tanto arrepentida y dispuesta a rehacer su elección y optar por el amor e irse con Rick, sin embargo éste, conociendo la importancia del marido para la causa aliada, y lo relevante que para él es el apoyo de Ilsa; decide por ella: "el deber". Le da los pasajes: "Ahora puede que no te arrepientas, pero créeme, algún día te arrepentirás de no haber subido a ese avión", y ella acepta la decisión de Rick. Se irá en el avión con su marido y dará lugar a otra escena célebre cuando los dos varones que restan en tierra, Renault y Rick, celebrarán el comienzo de una larga amistad.

20 de junio de 2012

LA SEXUALIDAD EN EL CINE: 1930-1940 (II)


En "Lo que el viento se llevó" (1939) una de las películas más importantes de todos los tiempos, vemos la lucha entre Vivian Leigh y Clark Gable. Si bien está ambientada en una época anterior, la Guerra de Secesión, expone verídicamente cuál era la visión de Hollywood de la relación de pareja. Por un lado encontramos a la mujer hermosa y sensual (pero no tanto tampoco), que debe preocuparse extremadamente por su físico (debe usar corsé apretado y comer poco), amar a su país, y no tener mucho carácter para poder casarse.
Además, la imagen femenina se encuentra firmemente asociada a la procreación, si una mujer no puede dar a luz, podría perder al marido. Entonces Scarlett O´Hara no está de acuerdo con lo que la sociedad le exige: "Para pescar marido hay que hacer tonterías". Se trata de una mujer fuerte y de carácter, por lo que a pesar de su hermosura es candidata a la soltería.
Clark Gable, por su parte es "Rhett Butler" sureño que tiene mala fama, lo echaron de la academia militar, es cliente asiduo de prostíbulos, en la guerra se dedica a comerciar y escandalosamente salió a dar un paseo a solas con una muchacha y no se casó con ella (a pesar que no pasó nada íntimo), por lo que queda claro de que se trata de alguien que no está de acuerdo con los convencionalismos. Es un hombre poco honorable, la consigna de la época y del sur norteamericano de aquella época.
Como buena representante de su época, en esta película se aprecia en el tobillo de Vivian Leigh el término de la ropa interior larga. La lencería, la mujer debía usarla, pero los hombres, sólo en la intimidad del matrimonio podían tener acceso a la vista de ella (y aún no siempre), y cuando Gable comete la imprudencia de verle la pierna y mencionarlo, es tratado como "grosero". Hay cosas que se pueden ver, pero no se las puede mencionar, tal como se queja Gable.
Asimismo, la imagen de mujer es la de aquella altruista que se sacrifica, o lo puede hacer si es necesario, por su familia o por una causa superior a ella (una suerte de "la patria es más importante que los individuos"). Ella es más que una mujer común, ya que se sale de lo prescrito rígidamente en las pautas sociales como "el comportamiento correcto de una mujer", pero sin embargo, como se trata finalmente de una mujer, hay cosas (muchas) que no puede realizar, por lo que debe obtener la ayuda de un hombre, especialmente de un hombre que esté dispuesto a llegar más allá de lo que estarían los hombres comunes. Siempre termina Gable rescatándola de los problemas y ofreciéndole pañuelos. El hombre, como tal, debe ser un caballero para algunas cosas, pero cuando él la besa, sin su consentimiento expreso, él no es un caballero. Se trata de un hombre que vive con un concepto del honor y del bien distinto al establecido socialmente, y de una mujer que es inconsecuente.
Si bien ella tiene éxito con los hombres y se casa dos veces (la primera no consuma el matrimonio y en la segunda solamente tiene relaciones con el marido una vez), solamente se enamora de un hombre que está enamorado de otra, por lo que es un amor imposible y de Rhett Butler, quien no cae en su juego y termina dominándola (a modo de la fierecilla de Shakeaspeare). Los hombres necesitan mujeres más débiles para reafirmar su hombría, salvo él, que es tan masculino que la derrota. "Sinceramente querida -dice al final cuando la deja- me importa un bledo".
Para una mujer atípica, un hombre sin honor.
Coetánea a "Lo que el viento se llevó" es "Ninotchka", uno de los films clásicos de Greta Garbo, en donde ella encarna a una agente rusa (ex sargento de la primera guerra mundial), una mujer inexpresiva, fría y escueta, que se siente un pequeño engranaje de la revolución.
Como contraparte Melvyn Douglas es "León" un soltero vividor, playboy de los años treinta y de alta alcurnia a pesar de premuras económicas. Un hombre que vive en el filo de la navaja entre el honor y la sinvergüenzada, entre ser un Don Juan o un gigoló.
Nuevamente es el varón el que debe tomar la iniciativa para doblegar la voluntad de su compañera. En este caso, debe derretir la frialdad glacial de la Garbo. El modelo de rol femenino de la mujer que no es dueña de casa de la época: para triunfar en un mundo de hombres, debe despojarse de su corporalidad para ser una igual en el plano espíritu-intelectual. Como al fin y al cabo se trata de una mujer, débil por naturaleza,  la defensa de la despersonalización del cuerpo será inútil cuando aparezca el hombre indicado, experto conocedor de las artes amatorias y de los puntos débiles de la coraza femenina. La mujer podrá resistirse un poco más o un poco menos, pero desde el principio sabrá de la inevitabilidad de la derrota: ella sucumbirá ante él. El comienzo del fin de la frialdad comienza cuando él logra que Ninotchka se ría de unos chistes que él le contó. Él la derrite. Ella se compra un sombrero que vendían en el hotel y se lo prueba y luce en secreto y para callado, se siente por primera vez en su vida lujuriosamente femenina… el sombrero le produce un placer casi fetichista. Sin embargo ella debe regresar a la Unión Soviética, pero está cambiada de manera definitiva. Como a él no lo dejan entrar, hace que una nueva misión económica en Turquía sufra percances, y cuando la mandan a ella se reencuentran y él la obliga a quedarse. Él dictamina el final.
Otra película exitosa de esta década es "Sucedió una noche" ("It happened one night"), también ilustra claramente (incluso expresa y metafóricamente) la inutilidad de la defensa femenina ante la inevitabilidad de la sumisión frente a los requerimientos masculinos.
Nuevamente se presenta a Clark Gable ("Peter") en sus roles de hombre sobre protector, vividor y experimentado. Claudette Colbert ("Ellie") es la contrapartida, una mujer hermosa, rica heredera, malcriada, que quería ser independiente pero era indefensa e ingenua.
Con una protagonista que en un principio es inocente sexualmente y recatada, al transcurrir del viaje hacia New York, va aprendiendo de Peter las cosas de la vida, tales como pedir favores en vez de pagar por servicios, cómo hacer dedo (aunque ella con mostrar sus piernas lograba mejores resultados), y el compartir piezas de moteles para abaratar los costos (él ponía una frazada en medio de la habitación a modo de biombo, eran "las murallas de Jericó").
Una noche él abre su corazón y le habla de todos sus sueños e ideas para el futuro (la típica casita blanca idílica norteamericana, los hijos, etc.), en el fondo, los hombres, por muy vividores, rudos y poco cariñosos que sean, tienen sentimientos, emociones y quieren establecerse seriamente. Esto, obviamente no sucede de la noche a la mañana y sin motivo, para que el hombre de esta época muestre su lado sensible es necesario que una mujer lo "ablande" y saque el consabido eslogan: "En el fondo los americanos son dulces".
Todo termina en un motel, en donde los dueños conversan de la extraña pareja que llegó a alojar y les pidió una trompeta de juguete. Luego, suena una trompeta y al interior de una habitación, una metafórica muralla de Jericó cae.
Las actrices fuertes de carácter de los treinta producirán una gran influencia en las mujeres de la época, las cuales deberán asumir un rol protagonista en las actividades industriales y productivas que la segunda guerra mundial les exigirá. Y serán estas las mujeres que inspirarán un par de años después a los soldados a pelear y a ganar, para casarse con las hijas del vecino.

18 de junio de 2012

LA SEXUALIDAD EN EL CINE: 1930-1940 (I)

Esta década posee marcadamente dos momentos, antes y después del 33. Los primeros años, hasta 1933, se trata de la culminación de los excesos de los años veinte, un período en donde se observa el mayor libertinaje sexual en la historia hasta ese momento. Este cambio de visión de la sexualidad y de los roles masculinos y femeninos se debió a la utilización de un código de censura.
En la primera parte de esta década (hasta 1933) el rol femenino aumentó su protagonismo, la mujer común había ido acercándose cada vez más a la vampiresa, sin embargo, aquí nos encontramos con una mujer que no sería amada, sino que idolatrada e incluso temida por los hombres, los que mansos y sumisos se deberían arrodillar y sacrificar en la adoración de la diosa. Es sin duda, la manifestación del ideal onírico de los hombres de esa época, una suerte de amor masoquista por una mujer inalcanzable (recuerdos del complejo de Edipo, para algunos), que despliega todas sus dotes discreta o sádicamente. El primer ejemplo de esta nueva visión está en Brigitte Helm, descrita como hermosa, fría y fatal.
Más mundana que el modelo femenino de la diosa, es Mae West la figura femenina más sexy de todas. Aunque poco agraciada físicamente y algo mayor de edad, ella representaba a la mujer a la que no le importaba lo que se dijera de ella, y es más, hablaba públicamente de lo prohibido… la sexualidad. Sin dudas, este modelo femenino tampoco estaba enfocado hacia las mujeres, encarnaba a "la otra" de los hombres, a aquella que no pediría compromisos, aquella con la que se podía debutar y obtener experiencia para luego casarse. De esa manera, esta protagonista insaciable irremediablemente debía quedarse sola e incomprendida (aunque con el agradecimiento de los varones). Representaba sin dudas, las fantasías ocultas, o no expresadas, de las mujeres por tratar a los hombres de la misma manera como éstos las habían tratado. Ella era, a fin de cuentas, un hombre (en actitudes, comportamientos, expresiones, vida, etc.) en un cuerpo de mujer, por lo que podía hacer lo que éstas no podían. En "La incomparable", la vemos utilizar un resquicio a las prohibiciones a las que fue sujeta (como no poder besar en la pantalla), la ironía. De esa manera podía hablar de sexo y no hablarlo, ocultándolo. Para ella, los hombres (incluyendo galanes de la talla de Cary Grant) son piezas que esta mujer mueve a su antojo en el tablero de la vida.
Un elemento a destacar es el hecho de que salvo excepciones, los modelos femeninos de esta época no son mujeres hermosas físicamente, sino que son mujeres con cierta actitud.
El cuerpo desnudo de la mujer era un tesoro por descubrir, que debía exponerse solamente en la intimidad y ante el amado (incluso a veces ni siquiera ante este), no era adecuado mostrarlo al desnudo. Si la década de los veinte fue la época de los baños en tina, la década de los treinta fue la de la lencería, los directores buscaban cualquier excusa para que las heroínas se sacaran la ropa. Observamos a una joven Bette Davis decirle a Richard Barthelmess en "Cabin in the Cotton" una célebre frase: "espérame aquí mientras voy a ponerme algo más cómodo" y lógicamente, aparece vestida con ropa interior.
El modelo femenino recatado, puro, virgen y bondadoso, continúa presente (como lo ha hecho hasta nuestros días), es el más representativo de lo que en la realidad se daba y ante este modelo, brillaban los hombres. El modelo masculino de este momento era el del tahúr, el vividor, el aventurero, el hombre macho recio, no agraciado físicamente. Esta interacción entre el vividor y la mujer común, junto con la lencería, se ve en lo que ocurre entre Carole Lombard y Clark Gable, en la única película que hicieron juntos: "No man of her own", donde ella es la única mujer que no cae rendida ante los encantos de Gable en un fin de semana. En la escena culmine él va a la cabaña de ella y al encontrarla en ropa interior no hay solución posible… tiran al cara y sello una suerte bastante peculiar: o ella se rinde ante él o se casan… fiel a su época, en este film gana ella, por lo que se casan, demostrando que él a pesar de lo vividor es un hombre de palabra (y honor) y que por ella (la mujer inocente y recatada) dejará a las demás, a aquellas mujeres con las que uno puede acostarse pero no casarse. El mensaje estaba claro ya desde aquel entonces (como ya lo estaba en la mitología popular).
La inocente mujer común, ante la falta de un amante esposo, ya sea por viudez o soltería, podría sufrir una serie de males físicos (o psicosomáticos). En "Love me tonight", Jeanette MacDonald es una viuda que se desmaya constantemente y padece de una extraña enfermedad, cuyos síntomas la aquejan, sin saber ella por qué, especialmente en la soledad de la noche, ante el recuerdo de su fallecido marido.
"Baby Face" (1933) protagonizada por la Stanwyck es la última película que muestra actitudes completamente abiertas hacia la sexualidad y que comenzaron en los veinte. Después de aquel año, las exigencias de la censura aumentaron su presión sobre los estudios, por lo que éstos modificaron sus películas, y con dicha modificación, cambiaron también ciertos aspectos de los roles masculinos y femeninos.
La depresión, que se inició el año 1929, mostró signos de recuperación sólo a partir del año 1933 y modificó las actitudes de los espectadores, las ollas comunes y el hambre ajustaron en cierta medida la escala de valores, el público empezó a no aceptar un enfoque tan irresponsable ante el sexo y las relaciones de pareja. Empieza, por tanto, una nueva edad de la inocencia. Las actrices que empiezan a destacar son niñas o adolescentes de la talla de Shirley Temple, Judy Garland y Elizabeth Taylor. Por ejemplo, en medio de todo este período la película más taquillera de 1937 fue el dibujo animado Blancanieves.
El modelo femenino que se recalcaba en las heroínas era el de las mujeres comunes y normales, las hijas de cualquier vecino, alguien con quien coquetear para luego casarse, la atracción sexual se recalcaba en la apariencia y belleza física, y no en la actitud o los comportamientos seductores o prosexuales. La segunda guerra mundial acaba con esta edad de la inocencia. Sólo una de las representantes del modelo inocente femenino de este período seguirá siendo top y vigente hasta la década de los 60: Elizabeth Taylor, que empezó con un inocente papel en "National Velvet" y llegó a "Cleopatra" siendo una mujer completamente distinta y desenfrenada, cambio que se inició en "Place in the sun".
Sin embargo, junto con estas mujeres comunes y normales, coexistió un modelo femenino en donde se mezclaba la belleza física con la actitud (sin llegar a ser las mujeres pre-33). Vivian Leigh, Greta Garbo, Ingrid Bergman, Rita Hayworth y Claudette Colbert entre otras serán las encargadas de luchar, pero ahora ya no eran del tipo diosas adoradas o vampiresas indómitas, sino que eran de una frialdad aparente que debía derretirse ante la voluntad del hombre, debiendo sucumbir ante los Clark Gable, Humphrey Bogart, por excelencia. Hombres no muy agraciados físicamente, pero con la actitud suficiente para doblegar y someter a sus coprotagonistas por chúcaras que ellas fueran. Eran tan hombres, que no había mujer capaz de resistírseles.

15 de junio de 2012

LA SEXUALIDAD EN EL CINE: 1920-1930


Con posterioridad a la Gran Guerra, el público quedó más cercano a las experiencias fuertes y realistas que las idílicas fantasías de los cineastas de la década anterior. En estos años se da una suerte de liberación sexual en el cine. En los principios de la década observamos cómo la relación de pareja todavía debía ser recatada y seguir los pasos que la sociedad formalmente había establecido para su conformación como tal. Vemos, por ejemplo, a Clara Bow enamorada de su jefe, un hombre soltero, apuesto, elegible, pero aún así, al llegar a la noche a su casa en el auto de él, cuando éste se acerca a darle un beso de despedida, ella lo abofetea. La mujer, claramente debía que ser contradictoria (al menos exteriormente), podía querer algo o a alguien, pero si quería ser respetada socialmente como una dama, debía hacerse la que no.
Avanzando unos años en esta década, observamos como argumento la eterna lucha entre la moral férrea y la libertad, y los protagonistas de "Woman of the World", se ven inmersos en este drama. En un pequeño pueblo de Estados Unidos, vive un fiscal y líder de la comunidad que se opone a los vicios de le época, el alcohol, la liberación femenina y otros males. Pola Negri representa a una mujer de mundo, que viene de Europa y al llegar a este pueblo, es impelida por el fiscal para que abandone sus malos hábitos de mujer de la vida (fuma en público) porque va a pervertir al resto de las mujeres del pueblo. Ella lo desafía públicamente al echarle una bocanada de humo a la cara. Después de numerosos avatares, ella no aguanta la presión y va donde está él reunido con todos los hombres del pueblo y lo golpea en la cara con un látigo. Él sufre estoicamente el dolor como penitente para pagar el sufrimiento que le causó a ella, luego la toma en sus brazos y para escándalo de los demás, la besa.
El modelo del protagonista masculino sigue conservando las características centrales de la década anterior, por lo menos hasta la llegada y masificación del sonido (1926), que produce entre otros la desaparición de pantalla de actores de buena presencia, masculinos pero de voces femeninamente agudas. De ese modo, se agrega al cóctel de atributos masculinos un cierto tono de voz grave, sensual y deseable.
En esa época el prototipo de hombre por sobre los demás era Rodolfo Valentino. Prueba de su influencia en la época fue que su temprana desaparición provocó el suicidio de muchas mujeres, así como furor, histeria colectiva, tumultos y manifestaciones públicas de dolor y congoja. Las mujeres habían perdido en él al hombre que con su penetrante mirada conocería sus más secretas ilusiones (incluso fantasías eróticas en lugares idílicos) y más oscuros sentimientos animales… y las haría sucumbir ante ellos. Aquel hombre que las elegiría únicamente a ellas, a pesar de ser capaz de elegir y obtener a cualquier otra. Los hombres, habían perdido a ese aventurero que debía encontrarse en el fondo de todos los corazones, aquel ante el cual no había voluntad femenina capaz de resistir y que era, si quería, capaz de formar un harem de bellas mujeres. El modelo tipo "Valentino", a fin de cuentas, redimía al amor tradicional, porque siempre terminaba quedándose con una solamente, a pesar de otras posibilidades. Era un Don Juan de presencia, actitud y mirada más que de palabras. No había necesidad de nombrar nada, las palabras sobraban. Esto último trascendió al iniciarse el sonido, habían cosas de las cuales todos sabían o hablaban, pero nadie las mencionaba por su nombre, al menos en pantalla… habían cosas que no debían decirse, entonces, tampoco en la vida real, a pesar de ser adultos o estar casados. En esta década se comienza a hablar solapada y encubiertamente en pantalla de sexo, bajo el eufemismo de "eso", y "eso" era además "pasarlo bien" (hecho bastante distinto al énfasis puesto en la procreación por sobre el placer).
En el caso del modelo femenino, hay un cambio crucial, la mujer común norteamericana, en principio identificada con la protagonista buena e inocente, debió enfrentarse al menos indirectamente con la guerra y la cruel realidad que ésta trajo a los hogares. Con el transcurrir de la década, poco a poco se va haciendo menos inocente, es más audaz y desinhibida, incluso se hace un poco más mala (pero no tanto), por lo que en ella se plasman ambos roles de la década anterior, ocupa ella sola ambos nichos y condena a la vampiresa a desaparecer y extinguirse. El mercado había actuado. La mujer debía ser lo suficientemente audaz como para conquistar y seducir más activamente a los hombres (no debía ser tan mojigata) y despertar las pasiones en éstos, pero al mismo tiempo no debía espantarlos, ya que estos siempre irían a preferir, al menos en público y a largo plazo, una buena esposa y madre para sus hijos que una mujer desinhibida y desenfrenada. Aquellos hombres que venían de la Gran Guerra, querían algo más emocionante que la mujer de la década anterior, pero al mismo tiempo, una mujer que ellos (como hombres y veteranos) pudiesen dominar y mantener bajo su control.
Este cambio del modelo femenino y la búsqueda de lo nuevo, se aprecia claramente en el año 1925, donde D.W. Griffith en "Sorrows of Satan", película basada en la historia de Fausto (Ricardo Cortez), contrapone las dos caras del mal al enfrentar al Diablo (Adolphe Menjou) con Margerite (Lya de Putti). La mujer, además de haber sido la causante del pecado original, ahora, después de siglos, se ha convertido en una avezada contrincante y es capaz de luchar de tú a tú con el mismísimo diablo, y ya no se deja engañar por la serpiente. Sin embargo, este tipo de mujer es, con el hombre, la mujer amante antes que la vampiresa, simplemente se trata (para el espectador) de la mujer común que lucha por su hombre a toda costa.
Otro ejemplo del cambio de óptica se observa en que la tímida Gloria Swanson de la década anterior sufre para 1926 un gran cambio de imagen en "The loves of Sunya" en donde ella domina a los hombres, hace que estos padezcan toda una serie de sufrimientos y se tengan que rebajar a ser sus esclavos para poder simplemente lavarle o besarle los pies. Este prototipo del rol femenino se haría más patente en los primeros años de la década siguiente.
La mujer puede ir liberándose un poco más de sus ataduras, puede ser sensual y seductora, aunque es esperable socialmente que lo sea en la privacidad del hogar. El cuerpo de la mujer se transforma expresamente en una arma de conquista, especialmente en la desnudez solapada del baño en tina y con bastante espuma. Es De Mille en su película "Male and Female" donde cuenta con la actuación de Swanson, el que introduce por primera vez en la historia la escena de la tina y del baño femenino desnudo, escena que se convirtió en la marca de los 20. Otras actrices que hicieron escenas de baño fueron Clara Bow y Esther Ralston. Una variación sobre el mismo tema se aprecia en una película basada en la Revolución Francesa ("Orphans of the Storm"), donde Griffith llenó la tina con vino y muchas jovencitas. De Mille, por su parte, en "The Sign of the Cross" va más allá al mostrar a Claudette Colbert dándose un baño de leche, de la cual dos inocentes gatitos se acercan a beber, mezclando la inocencia de los felinos con los deseos ocultos de los hombres de deshacerse de la leche para observar el cuerpo femenino, y de las mujeres por mostrar ese cuerpo y ser observadas.

13 de junio de 2012

LA SEXUALIDAD EN EL CINE: 1910-1920


En esta época, la mujer encuentra dos modelos dicotómicos a seguir, cada uno con sus pros y sus contras. Por una parte se encuentra la glamurosa mujer sensual, desinhibida y dueña de sí misma, que se desenvuelve en el mundo sin necesidad aparente de los hombres, y de la cual éstos se van a enamorar. Por otra parte, se encuentra una inocente, tímida, buena y casi desvalida, no muy agraciada, una representante fiel de la mujer común norteamericana de principios de siglo. Si bien, la primera (vampiresa) va a conquistar inicialmente al varón en disputa, incluso puede que se lo levante a otra, va a ser la mujer común la que triunfe finalmente, el hombre apreciará a la cenicienta por sobre las hermanastras. Una suerte de lucha dinámica entre el superyo inocente ante el ello vampiresco por la consecución del yo, donde obviamente debe triunfar el superyo, encargado de los interdictos y prohibiciones (Bataille y Levi Strauss), que hacen, según la visión de la época, que la sociedad progrese.
El mensaje masculino es claro: "nosotros queremos mujeres sumisas, que se queden en la casa a cuidar a los niños y que realicen las tareas domésticas… puede que caigamos en tentación, pero finalmente volveremos a la casa, donde nos espera una mujer comprensiva". De esa manera, las mujeres que no se amoldan a las expectativas que los hombres tienen de ellas, quedan fuera del mercado y, si bien en el corto plazo tienen hombres y la pasan bien, a la larga se quedan solteras (solteronas), amargadas y desdichadas.
En esta época, se aprecia un modelo masculino marcado, fuerte, seguro de sí mismo, pero de rasgos agraciados y hermosos. Los hombres gobiernan su propio destino, se conocen perfectamente a sí mismos y a su pareja (femenina por supuesto) de manera tan cierta y profunda que saben exactamente qué es lo que ella quiere y cómo lo quiere, aunque muchas veces ni ella misma lo sepa.
La cara inversa de la medalla y en cierto sentido muy similar al rol femenino, se encuentra en las películas de Charles Chaplin, donde se presenta la imagen de un hombre desvalido y bondadoso que en muchos casos debe luchar contra un otro masculino prepotente y poderoso física y económicamente por el amor de una mujer. Finalmente, el amor triunfará y la mujer verá en él al príncipe escondido.

11 de junio de 2012

¿QUÉ ES EL SWINGER?


El swinger es una actividad de parejas que nace de una relación estable, crece como fantasía de ambos, recorre el proceso de construcción de la confianza mutua, de la caída de los prejuicios y, superado ese momento, comienza el juego en la búsqueda de la primera experiencia.
A veces ese juego se extiende por años, otras su resolución es inmediata, pero de una u otra forma ese proceso hecho en conjunto por la pareja es la sal que da sentido a este estilo de vida. Llegar cada noche después de un encuentro y hablar con nuestra pareja sobre lo vivido, excitarse con los recuerdos, internalizarlos en el lecho, es abonar la intimidad de la pareja, hacer crecer la convivencia. ¿Qué sería del swinger fuera de la pareja?: nada. El hecho de estar en una cama con más gente puede ser muy reconfortante aunque no sea más que eso. Es una práctica aceptable siempre que los dos miembros de la pareja estén de acuerdo.

8 de junio de 2012

LAS ZONAS ERÓGENAS MASCULINAS


Sabemos que la piel se origina de la misma raíz embriológica que el cerebro con lo cual la dermis no sólo es una cubierta sino algo donde se reciben las sensaciones afectuosas, agresivas o dolorosas. O sea que, salvo los condicionantes de la cultura, no hay nada que impida a los varones disfrutar de las caricias. Es cierto que los varones han privilegiado los estímulos visuales, al punto que el voyeurismo es una parafilia típicamente masculina; las mujeres le dan suma importancia a lo táctil, a las caricias, masajes, mimos y besos; pero creo que es algo que está en proceso de cambio: hay mujeres que ven desnudos masculinos en espectáculos y filmes pornográficos y varones que disfrutan sobremanera de masajes eróticos.
Muchos varones acusan a sus mujeres de que son "pasivas", que no los buscan y que no los estimulan en la zona genital, que no les hacen la felación ni quieren cambiar de posiciones. Pero también convengamos que los varones son muy falocéntricos y pretenden que ellas vayan directamente "al grano" y, antes de empezar un mínimo cortejo, suponen que tienen que estimularlos genitalmente, cosa que a las mujeres no siempre les agrada. Hay quienes se quejan de que muchas mujeres son bruscas porque succionan el pene de una manera mecánica o les tocan los genitales de modo torpe y rudo. Quizás, en realidad, tampoco sepan cómo hacerlo de otra manera, pero la brusquedad es más común observarla entre los varones. Los varones tienen muy arraigada la idea de que todo tiene que ser espontáneo
Además de la zona genital hay otras de alto nivel sensitivo como la región anal, los glúteos, los pezones, cuello, detrás de las orejas, las manos y dedos, la ingle y cara interna de muslos,  las piernas, en fin diría que todo el mapa del cuerpo humano. Aunque parezca obvio, muchas veces hay un gran olvidado que es el beso: hay varones que descuidan esto como estimulación erógena con su pareja y muchas mujeres se quejan de que ellos.
Muchos no aceptan que su pareja heterosexual los estimule en la zona anal (¿temor a que les guste y eso despierte fantasías homosexuales?), los bese en las nalgas o en las tetillas. Cuando se lo permiten disfrutan plenamente logrando altos picos pasionales.
El máximo tabú, como dije antes, es la famosa zona anal y suelen ser reacios a adoptar un rol pasivo de dejarse acariciar, tocar, palpar o ser besados salvo en zonas "permitidas": genitales, boca, cara. 

6 de junio de 2012

EL SEXO ANAL (III)


5.Diferentes reglas de higiene se aplican a la vagina y el recto. Como el coito puede ser vaginal o anal, muchas personas asumen las mismas reglas y las aplican tanto para la penetración vaginal como anal. A pesar que ambos canales están cubiertos por mucosas (tejidos suaves), son radicalmente diferentes. El recto no produce lubricación como la vagina sino sólo una pequeña cantidad de moco.  Por eso, la penetración anal requiere de un lubricante. Deben evitarse los aditivos químicos. Los lubricantes de base acuosa (en forma de gel) son compatibles con el látex. La principal función del recto es actuar como pasaje para las heces. Pero las heces no están almacenadas normalmente en el recto excepto justo antes de una evacuación. Pequeñas cantidades de heces pueden permanecer en el recto, especialmente si las heces no están bien formadas. Un lavado anal antes del coito ayudará a algunas personas preocupadas por la limpieza de esa zona a relajarse.

6.El Coito Anal puede ser perfectamente seguro: Todos los otros riesgos se centran en las infecciones de transmisión sexual  (ETS). Cada una de las enfermedades comunes -gonorrea, sífilis, herpes- puede afectar el ano. Los parásitos intestinales y las bacterias usualmente son transmitidos cuando la materia fecal entra en contacto con la boca o vagina de alguien, más probable a través del método oral-anal. El SIDA ha complicado el asunto. El VIH puede pasar del semen o sangre de una persona infectada al torrente sanguíneo de su pareja a través de pequeñas fisuras en el tejido rectal durante el coito. Para evitar este riesgo, el coito anal y el método oral-anal no deben practicarse de modo casual. Aquellos que disfrutan del coito anal siempre deben usar un preservativo. El método oral-anal siempre debe ser llevado a cabo con una barrera de látex. Por supuesto, en una relación monógama entre 2 personas sanas, el riesgo de enfermedad transmitida analmente es reducido.

4 de junio de 2012

EL SEXO ANAL (II)

3.Dos anillos musculares llamados esfínteres rodean el orificio anal y cada uno funciona independientemente: El esfínter externo es controlado por el sistema nervioso central, como los músculos de la mano, por ejemplo. Se puede tensar y relajar este esfínter cuando se desee. El esfínter interno es muy diferente. Este músculo es controlado por el sistema nervioso autónomo, el cual gobierna funciones como los latidos del corazón y la respuesta al estrés. El esfínter interno refleja y responde al temor y ansiedad durante las prácticas anales. Estos causarán que el ano se tense automáticamente aún si la pareja pasiva está tratando de relajarse. Por ello, tomar precauciones acerca de la seguridad y el confort es esencial en este caso. Aún si la persona se siente cómoda durante el coito anal, puede que necesite aprender el control voluntario sobre su esfínter interno con el fin de relajarlo a voluntad. Hacerlo requiere  insertar regularmente el dedo, quizás en la ducha o durante el baño cada día, y sentir el esfínter interno. El músculo cambia espontáneamente y en respuesta a la conducta. En este caso, simplemente el poner atención es más importante que tratar de relajarse. Cualquiera puede aprender gradualmente a controlar el esfínter interno voluntariamente.

4.La Estimulación Anal puede guiar al orgasmo: Probablemente, las mujeres lo hacen a través de las contracciones de los músculos pélvicos y una pequeña minoría por la pura sensación de ser penetradas analmente. Cuando los varones experimentan un orgasmo de punto de partida anal tienden a centrarse en la próstata. No hay duda que también están respondiendo a la estimulación directa del bulbo del pene. Es más probable que los orgasmos producto de la estimulación anal se presenten cuando los participantes son absorbidos completamente por sus sensaciones y fantasías. Una manera cierta de anticipar tal orgasmo es determinarse a tener uno. Buscar un orgasmo anal creará nuevas presiones e interrumpirá el placer. Debe recordarse que la mayoría de las personas requieren estimulación genital directa para alcanzar el orgasmo. Además, pocas personas tienen orgasmos sólo con la estimulación anal.
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